El compositor lebrijano ofrece en el Villamarta de Jerez las Scarlattianas estrenadas en la Bienal de Flamenco de Sevilla
Domenico Scarlatti fue un intérprete y compositor fundamental europeo en la primera mitad del siglo XVIII, de la misma manera que Dorantes lo es trescientos años después en la primera mitad del siglo XXI. El lebrijano compositor y pianista rescata el instrumento clásico clavicordio, para traerse la música barroca a la sensibilidad jonda y el compás flamenco.
El Teatro Villamarta de Jerez se convirtió el pasado 22 de noviembre (Día del Pueblo Gitano Andaluz, además) en una especie de capilla real en la que el sonido metalizado del teclado dieciochesco y las sonatas para clave compuestas por Scarlatti recordaban los bailes de salón de las cortes europeas. Sin embargo, este músico barroco, nacido en Nápoles y afincado en España, supo coger las influencias de las músicas populares españolas, y especialmente de las andaluzas tras su estancia en Sevilla, lo que lo hizo más original y único en Europa.
Fue esto lo que supo ver Dorantes en su etapa en el conservatorio y loq ue le llevó a elaborar una propuesta que estrenó en la pasada Bienal de Sevilla 2024 ante un público bastante reducido. Jerez ha tenido el privilegio de acoger de nuevo estas composiciones en las que David P Dorantes se acompaña de Antonio Torres al contrabajo; un inspirado Sergio Fargas a la percusión, y el eco clásico y afinado de Cristian Guerrero.
Los cuatro músicos hacen un recorrido por las retóricas musicales barrocas y flamencas, en una suerte de complicado ajuste, de manera que las músicas más flamencas como las soleares, guajiras y zambras primeras las interpreta en el clave, mientras que las músicas barrocas en el piano acústico, en lo que podríamos calificar de scarlatti puro de una belleza descomunal.
Dorantes se permite un tercer teclado eléctrico, demostrando que no está en el instrumento su esencia flamenca sino en su manera de interpretar, e impregna de olor a clavo y a canela el escenario al compás de los tientos. El final del concierto llega con la malagueña interpretada en el clavicordio y llevada como decíamos a los salones de palacio de las cortes reales europeas. Tras una larga ovación no pudo faltar la improvisación sello de la casa más flamenca a la que representa Dorantes.