La cantaora lebrijana ofreció un gran recital junto a la guitarra de Curro Vargas y el compás de Juan Diego y Manuel Valencia
Si la Peña Flamenca Torres Macarena es un templo del cante en Sevilla, la cantaora Anabel Valencia se coronó en la noche del sábado 15 de febrero, como la faraona del cante gitano. La dama principal de la dinastía que la sustenta, la de las familias gitanas de Lebrija.
Anabel Valencia se mueve en un terreno difícil de conquistar. Sin embargo recorrió con soltura y poderío los principales palos del flamenco más jondo. En la primera parte, tientos, soleá apolá, malagueña y tangos: “ay amor, que se fue y no vino”. Y en la segunda, comenzó por seguiriyas, alegrías y fin de fiestas por bulerías, con la colaboración improvisada de la bailaora también de Lebrija Concha Vargas.
El equipo que la rodea es sólido y consistente. La guitarra de Curro Vargas que la acompaña y admira. Y el compás y jaleos de sus dos mosqueteros, Juan Diego Valencia y Manuel Valencia. No se pude decir de otra manera, los tres sobrados de compás.
Anabel Valencia no se deja sobornar por los nuevos tiempos. No se contamina ni se pervierte. El cante gitano es un arte grande que significa mucho más que una música. Respeto y conocimiento. En la Peña Torres Macarena se ganó la ovación del público, en varias ocasiones. Cuando el cante grande visita el templo los aficionados responden entusiasmados. Una noche para la historia.