Anabel Valencia canta por tangos en las Bodegas del Marqués de San Gil de Lebrija
Cante: Anabel Valencia.
Guitarra: Juan Requena.
Palmas: Juan Diego Valencia, Manuel Valencia y Cantarote.
Cante: Anabel Valencia.
Guitarra: Juan Requena.
Palmas: Juan Diego Valencia, Manuel Valencia y Cantarote.
Nueva cita por fin en la Casa de Postas de El Cuervo durante los 10 primeros días de agosto de este 2019. Los compañeros del Ateneo Arbonaida lo han vuelto a hacer, un programa cargado de reconocimientos, de buen cante, de citas entrañables con la presencia de más amigos, como Los Caminos del Cante o el fotógrafo “Cachi”, y un homenaje al desaparecido Manuel Mellado Moreno.
LebrijaFlamenca.com hace una pequeña aportación con una charla sobre “Cante y cultura gitana andaluza” y la colaboración, que es un lujo, del cante de Antonio Carrasco El Maleno y la guitarra de Curro Vargas.
Flamenco alternativo, sin dejar fuera al flamenco más ortodoxo. Pero consulten el programa completo, a ver si se pueden permitir el lujo de faltar algún día:
Jueves 1 de agosto // entrada gratuita // Casa de Postas.
20 horas- Acto inaugural de “La Choza de Juaniquín” con el homenaje a Manuel Mellado Moreno.
20:45 horas- Inauguración de la Exposición fotográfica DUQUELAS DE MI QUERÉ de Francisco Javier Ramírez “Cachi”.
21:30 horas- Tertulia Flamenca a cargo de Los Caminos del Cante: Homenaje a Tío Gregorio El Borrico.
Viernes 2 de agosto // entrada gratuita / Casa de Postas.
21:30 horas- Charla ilustrada a cargo de Araceli Pardal y Pedro Carrasco de LebrijaFlamenca.com: “Cante y cultura gitano – andaluza”.
Al cante: Antonio Carrasco El Maleno.
A la guitarra: Curro Vargas.
Sábado 3 de agosto // Yacimiento Romano de Itálica.
22:00 horas- Ballet Flamenco de Andalucía en el Teatro Romano de Itálica.
Miércoles 7 de agosto // Casa de Postas.
22:00 horas- Cultura flamenca y sherry: Cinema – Edad de oro del cante, dirigido por José María Castaño.
Viernes 9 de agosto // Casa de Postas.
22:00 horas- Flamenco Alternativo con El Mawi y Dj Borke.
Sábado 10 de agosto // Casa de Postas.
22:00 horas- A las puertas de La Choza: Festival Flamenco bajo al luna.
Con José Olmo, Felipa del Moreno y Alejandro Rodríguez (al baile).
La noche caracolera del viernes 19 de julio se presentaba en el teatro municipal “Juan Bernabé” de Lebrija con el espectáculo El Espejo de la Memoria de Manuel de Paula, Caracol de Oro 2019.
La memoria guarda recuerdos de noches exitosas, noches iluminadas, noches mediocres… pero siempre serán noches de espejo para toda la vida, a lo que llamamos ahora experiencia. Y así supo el artista lebrijano organizar un evento para su Caracolá. Digo “su” porque ha sido el festival de su Caracol de Oro.
El cante grande del niño del Caneco reunió a voces cuyos secretos albergan entre los rincones en sombras del cante. El mismísimo Jose Valencia y Anabel Valencia, voces nuestras, voces de la verdad de los códigos gitanos, voces que Manuel sabe valorar y sabe exponerlas en sus obras teatrales, discos… su gente de palmeros como Juan Diego y Juanichi, y su familia como bandera: en este espectáculo contó con su hermana Josefa y sus sobrinas Juana Isabel y Ana para cantar y bailar.
La puesta escénica del Bene del Bocho, artista de gusto y que sabe exponer lo que esconde el velo negro del flamenco. Y si me pincha más, del velo negro romaní. Al acompañamiento tres guitarras de pura cepa, vaya bordoneos más sangrientos de Curro de la Concha, Benito de Penaca y Luis del Pancere.
Había mucha ganas de ver la reaparición de Manuel, de escucharlo y ver derramado su bote de la esencia. Muchísima expectación sobre el artista de Ana la Canaria. Marcaban las manecillas un poco más de las 21:30 h de la noche, lleno de butacas y palcos, luces encendidas y presencia en pose fotográfico de todo el elenco de la obra. Dos poses, dos significados, un ante y un después, detrás un marco de paredes y una entrada con una viga de gañanías y cortijo… o un patio de vecinos de nuestra tierra, la cal símbolo primordial, blanco sentir, “esta tierra es la mía”, “campo joven”… telarañas de Manuel de Paula, el primer marco mencionado ha sido un tesoro cultural de muchísimas necesidades para el pueblo gitano lebrijano, muchas duquelas pero buena convivencia en reuniones flamencas.
Antonio Murciano en el primer disco del Caracol de Oro del 2019 lo describió: “es un pequeño milagro moreno de Andalucía” y así comenzó el espectáculo: un pequeño moreno reencarnado por Juan Diego hijo que se va a jugar con un trompo (sonío a Chachipén, significado de ida y vuelta) como de los pocos símbolos de juego que en aquellos años tenían, porque los juegos eran todo chismes de la naturaleza y de la imaginació… y de repente escucha dentro de esas paredes una reunión por fiestas, despertó su sueño, se corrieron ventanas y abrieron puertas para que el hijo cantaor del Caneco hiciera su trayectoria. De aquí hasta la actualidad muchos trabajos discográficos, obras teatrales, muchos festivales, recorriendo valles y montañas por el mundo, pero todo bajo su bandera de Lebrija, de Lebrija y otra vez Lebrija.
Empieza a ver luz la memoria del sobrino cantaor de Antonia Pozo, siguiente esta escena deslumbra la sombra de Mario Maya por allí, referente bailaor de uña y carne de Manuel, y deciden Camelamos Nakerar (queremos hablar) de la mano del cabeza de cartel y baluarte en la obra, José Valencia, se derrama tragedia ¡el niño se ha perdío! Nuestras almas se llenaron de tinieblas, imperioso, de pie, negra pena que se llora porque no encuentran al niño, seguiriya a pecho encendío, después se rodea entre búcaros y botijos de la tierra para realzar la cantiña, y acaba por bulerías con letras que tiene siempre puestas en su tendeero musical y que nunca puede guardar, ¡a Lebrija! contigo rezaremos con el flamenco a lo grande.
A partir de aquí se empieza a deslumbrar el espejo de la memoria flamenca y errante de Paula, coros muy acordes y buena sintonía, su hermana Josefa en nana da historia a la niñez de su hermano y después por bulerías, sus sobrinas le acunan con baile, entre coros y canto a nivel personal.
También tuvo su momento aunque cortito una mujer duendeada lebrijana, aquí de ojana ná. Anabel Valencia hace lo que quiera y como quiera donde se le antoje. Su madre la Remolina la parió para ser referente en el cante y transmitirle a los asistentes que el flamenco se viste de luto y cuándo se tiene que quitar el luto. Nakeró por caña y que todos la camelamos, se introdujo en coros y nos hirió por bulerías, un espejo especial para la memoria del Caracol de Oro.
El dibujo de baile lo vivimos y lo percibimos con Diego Garrido Valencia el de la Margara. Bailaor de cuna, de inspiración, lejos de tecnicismos, es baile de capote de Paula o muleta al natural de Morante, en el patio de An Ca Paula se cayeros los escaliches de cal en su pincelada por bulerías.
Pero los focos estaban puestos en Manuel de Paula Valencia, había ganas de escucharlo, otra obra más pero ésta quizás sea especial por su largo peregrinar en la ausencia y por otorgarle el mayor reconocimiento flamenco en su tierra: el Caracol de Oro, siempre será bien recibido aunque un poco tarde.
Manuel reapareció en el “Juan Bernabé” con su chaquetilla al hombro, al encuentro de los suyos y con el peso ya consagrado del fervor flamenco, nos invitó a rezar “jondo”, que es la devoción de su pueblo, y Manuel no tiene ni le busques otra, es su autenticidad, y así se lo demostró el beso que le dio su hermana en la frente, cobijo cabal.
Uno de los momentos de canela fue cuando el artista lebrijano se acercó a esa pared de cal y se recreó en su memoria con el pase de fotografías, después por soleá acompañado por las cuerdas de camisas rotas de Velázquez, me hicieron ver que el suelo teatral era tierra sin labrar entre cañas del río, hicieron llorar el calvario de la soleá ¡qué tragedia tan jonda y tan callá! Y fueron letras que grabó con Bacán y que la embarnizaron en el teatro , después se puso el delantal de sastre para dar pespuntes abronceado por bulerías, lo que su sangre sabe gritar: ¡por Lebrija!
En definitiva, fueron escenas donde hubo detalles de su recorrido profesional, todo tenía un significado con Paul , era la justicia de su cante… a algunos le gustaría menos y a otros más, algunos no le encontraban significado a momentos y otros desde el primer segundo se introdujeron en la obra. Pero lo que es verdad es que su recorrido en el flamenco es como oro en paño, su cante pasa solo por la puerta de mármol negro y que no hay tapujos ni rodeos, no sé si seguirá cantando, pero sí es seguro que su aporte con su sabiduría y saber estar será presente y futuro para cualquier proyecto flamenco: “cuando se interpreta el pasado como el lugar de donde traer el futuro”. ¡Enhorabuena Manuel!