Carmen Ledesma al baile y Domingo Rubichi a la guitarra completan el cuadro de los Viernes Flamencos de Jerez
Anárquicas las dos, pero diferentes. Las dos conscientes de su gitanería, de su estirpe. Pero diferentes. Ninguna de las dos pierde el compás, pero cada una de ellas tiene su propia personalidad. Las cantaoras Inés Bacán y Dolores Agujetas protagonizan un recital insólito en el marco de los Viernes Flamencos de Jerez de la Frontera. La guitarra de Domingo Rubichi y el baile de Carmen Ledesma completan un cuadro extraordinario, más cerca de la improvisación que de los cánones del espectáculo flamenco. Más cerca de la verdad del flamenco, manifiestamente.
Empieza Dolores Agujetas con un romance que le dedica a su tío Diego Rubichi, padre del guitarrista, y a su padre Manuel Agujetas, ambos desaparecidos. Un compás por bulerías habladas con letra propia que añade dificultad y belleza a los primeros minutos del recital. A partir de aquí sube Inés Bacán el escenario y ya todo es un mano a mano entre dos artistas inconmesurables. La soleá en la que se daban paso sin orden la una a la otra es prueba de ello.
Dolores con ese compás apresurado, superponiendo las estrofas, inquieta y llevando la pena negra el extremo. Inés parando el tiempo, con compás pausado, juiciosa y setenciando el dolor con desconsuelo. Ambas maestras, herederas de una estirpe gitana que les proporciona raíz y nobleza.
Los claustros de Santo Domingo añaden solemnidad al espectáculo. Sigue Inés Bacán con su nana de Los Luceros, en un compás que la identifica. Y Dolores Agujetas arremete también con su sello de casa por seguiriyas. Se corta el aire con un cuchillo. El ambiente se relaja gracias a la complicidad entre las artistas. Unos fandangos por soleá de Inés Bacán y unos tientos-tangos de Dolores Agujetas para continuar con este duelo entre titanes.
Y aquí Inés en eso que dicen que no se programa, que no se planifica ni se estudia, sino que se afronta porque sale del alma, o de las tripas, coge la autoridad sobre el evento y canta por seguiriyas porque le apetece, o porque lo considera ineludible, obligatorio, llegados a este punto del recital en el que están pasando cosas que no se volverán a repetir jamás. Y Dolores se lo agradece con sus jaleos. Una seguiriya para no olvidar.
La dirección artística a cargo de Perico de la Agujetas, que comparte palmas y compás con sus compañeros Ali de la Tota y José Rubichi. Se trata de la propuesta que hace la Peña Flamenca de La Zúa para los Viernes Flamencos de Jerez.
La bailaora Carmen Ledesma aparece desde detrás entre las dos cantaoras y remata el espectáculo con su baile familiar, doméstico, emparentado con esa forma de cante que viene de siglos atrás. Le baila al cante, diciendo en cada movimiento cosas al aire. “Tres pajaritos en extinción”, dice ella misma. Y se levantan para un final de fiestas que reivindica la autenticidad del flamenco.