Entrevista a JOSÉ VALENCIA: «Uno siempre busca su centro y mis principios están en Lebrija, vuelvo a la raíz»

Este 2025 es el año de José Valencia. Un maestro precoz. Este mismo año en el que la Caracolá celebra su 60 aniversario, el cantaor lebrijano cumple 50 años y recibe el prestigioso Caracol de Oro. Esta entrevista se celebró el pasado mes de mayo durante la grabación del #podcast El Callejón del Duende en directo, desde el Centro de Flamenco de Lebrija, sobre su «Estudio sobre los cantes de Lebrija».

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Entrevista a José Valencia sobre el «Estudio de los cantes de Lebrija».

LebrijaFlamenca: José Valencia,, un cantaor estudioso, con fama de trabajarse bien los temas y los proyectos. Ahora con el «Estudio de los cantes de Lebrija» con más razón.

José Valencia: Bueno, simplemente hago lo que llevo haciendo desde los cinco años: estudiar, cantar, investigar… después de haberle dado la vuelta al mundo varias veces y de hacer muchas cosas muy diferentes, como se suele decir «la cabra tira al monte y no hay cabrero que la guarde», y uno al final va a buscar su redil natural, su sitio y su centro. Y como mis principios son Lebrija, pues vuelvo a la raíz.

Quiero realzar lo que hace mucho tiempo se demostró, que es que Lebrija es cuna de cante y ponerla en valor, a la altura que se merece, que creo que se merece mucho más de lo que está reconocida.

Uno empieza a reflexionar cuando descubre por primera vez esa manera tan diferente y tan especial de cantar. Luego, me he ido enterando de cómo iban los cantes y escuchando las conversaciones de los mayores, las reuniones de aquellos que compartían y hablaban y debatían sobre quiénes les gustaban más, qué particularidad tenía cada uno. Uno va escuchando y a la par me voy dedicando a cantar y vas avanzando.

LebrijaFlamenca: Pero nos suena raro eso de estudiar en el flamenco. Están las vivencias, ¿pero estudiar?

José Valencia: No es el concepto de estudio de coger un libro y leerlo, aunque también se hace. Todo lo que sea aprender, leer, saber historia del cante, tesis, ideas, al final estás estudiando. Cuando estás escuchando también estás estudiando, cuando estás equivocándote, estás mirando la manera de corregir los fallos, cuando voy a andar por la mañana y me pongo los cascos estoy estudiando.

LebrijaFlamenca: Pero también tiene mucho que ver con mirarte dentro y mirarte en los demás.

LebrijaFlamenca: ¿Cuál es ese niños, esa curiosidad que tienes todavía dentro?

José Valencia: Un niño que vivía en el Barrionuevo y que estaba loco por jugar a la pelota, hasta que llegaba mi abuelo y me ponía a estudiar. Aquellos recuerdos de ver a mi tía Josefa cantando. Me acuerdo de todos los gitanos que vivían en Blas Infante, la Morena, la Perrenga, y los del Barrionuevo, que estaba la Pepa de Ricardo, Ricardín, el Chila, prácticamente eran todos familia. Me acuerdo de los primeros años de la caseta de Feria, mi tía María, la hermana de mi abuela bailando, el Viá, el marido de Catalina, mi tío Manuel cantando, yo tendría como 6-7 años, más no tenía, y estaba metido en todos los fregaos. Ahí es donde empecé realmente a estudiar, de forma inconsciente.

Esto es vital, porque el cante está basado en el respeto. Más allá de armonías, patrones, ritmos… el principio de todo y la parte fundamental es el respeto. Porque es una música de transmisión oral, que no está escrita. Una transmisión de mayores a niños y esa es la base fundamental. A partir de ahí si no hay respeto, todo lo que se haga puede sonar a ciencia ficción.

LebrijaFlamenca: Lebrija es una escuela natural de cante.

José Valencia: Claro, y aparte el cante está en seis o siete apellidos. Cada familia tiene una particularidad a la hora de cantar, con su propia idiosincrasia y oliendo a su vez a marisma, a sal, a uva y a terruño. Eso es lo que es Lebrija. Son la familias las que lo llevan con toda la naturalidad del mundo, cada uno impone su impronta. Y no ha sido algo académico. Hasta el primer artista gordo que sale aquí que es Juan, todo quedaba en casa. Quitando un pequeño conato con Diego Flores el Lebrijano, que sí hizo cafés cantantes, hasta Juan, hay más de cien años de espera. Y en esos cien años se construyeron cosas, tiene que ser una escuela natural. La propia historia te lo pone enfrente.

LebrijaFlamenca: Lebrija entiende la tradición pero a la vez ha ido también siempre por delante.

José Valencia: La curiosidad y las necesidades. Ahora hay un cambio generacional, por ley de vida. Y hay una generación que se está yendo, que quedan pocos, y los pocos que quedan son mayores. Hay una generación que es 20 años mayor que yo, como mi tío Manuel e Inés. Y una generación que viene como puede ser Anabel Valencia que es 10 años más joven que yo. Y otras mucho más joven como la Malena. Lo que sí está habiendo es un resurgimiento de la parte femenina, que es primordial. Ha habido mujeres, pero pocas profesionales.

Porque Lebrija ha tenido esa manera de entender la vida. Ha sido un pueblo muy trabajador y no le ha gustado vivir de florituras. Jerez y Lebrija son como dos hermanos, pero son la noche y el día. Y eso se nota a la hora de cantar. Nosotros somos muy reservados para dar nuestras cosas. Aquí para dar confianza, y para darte algo te voy a decir: espérate. Y no vengas a decirme cántame, porque lo voy a hacer cuando me dé la gana, y no cuando me des tú dinero porque yo no me dedico a esto. Y eso ha pasado aquí siempre. El Viá podía haber sido un pedazo de bailaor en su época, pero decidió quedarse en su casa con sus niños. Gente humilde que trabajaba, que estaba acostumbrado a su vida. Que trabajaban en los campos de sol a sol. O en sus oficios artesanales, o eran herreros, o ganaderos.

Y en cuento a las mujeres, si vamos a desmembrar la vida real del ser humano, quienes tratan con los niños son las madres, donde los niños empiezan a escuchar es en su casa. Por eso si te das cuenta, la mayoría de las cantaoras que había en Lebrija son mujeres. Ellas son las que traen, las que transmiten, además transmisión directa, desde la barriga, te tengo dentro de mí y te doy el pecho, estamos hablando de la vida. Esto es un matriarcado porque en realidad siempre ha sido así. Lo que pasa es que estamos en una sociedad muy machista y la mujer trabajaba, limpiaba la casa, se ocupaba de los niños y hay que darle su mérito.

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Entrevista a José Valencia sobre el «Estudio de los cantes de Lebrija».

LebrijaFlamenca: Aquí se siguen juntando los gitanos, en familia o en pandilla, y comparten un rato de cante.

José Valencia: Eso es maravilloso, para compartir música no puedes estar solo. Tienes que estar acompañado. Y hay alguien que canta, y otro que tiene el instrumento, y otros que llevan la rítmica, otros que dicen olé y otros que dicen a mí no me gusta. Se trata de compartir, de estar y poco a poco se va viendo el que defiende una idea, tiene un proyecto. Lo mejor de todo es estar rodeado, compartiendo información.

Los artistas vivimos de la gente, y necesitamos a la gente. Antes se buscaba a su gente, a sus familiares, a sus amigos. Dejar de ser artista y ponerse el abrigo de lebrijano. Eso es retroalimentarse. Y lo necesitas. Sin ese alimento ¿de donde salen las ideas? De compartir con la gente, siempre hay alguien que te da con la tecla, con la clave. Aunque no sea artista, si sabe lo que dice y lo que opina, para mejorar y debatir. Y ahora con este cambio generacional, hay que intentar mantener el legado desde hoy hacia adelante. Que las nuevas generaciones tengan algo en que basarse y no vayan a ciegas.

LebrijaFlamenca: Este Estudio sobre los cantes de Lebrija que ahora traes a la 60 Caracolá, lo estrenaste en la Bienal de Sevilla y muy recientemente lo has llevado a Francia, al prestigioso festival de Mont de Marsan.

José Valencia: Yo lo que he hecho es una mera presentación para montarme en un escenario. Pero el verdadero proyecto es grabarlo y dejarlo hecho para siempre y que se quede en el centro de documentación y todo el que quiera lo escuche y opine, y mantener esa transmisión oral. Crear cierta conciencia, que se cree un debate y la información se va ampliando. Y la gente del pueblo va a tener ese trabajo ahí para poder mantener sus cantes.

En la Bienal me olía a Lebrija y Lebrija huele muy bien a geranio y a gitanillas. Ese día había geranios y gitanillas por ahí. Hice lo que tenía que hacer, un homenaje a mi tierra y a mis antepasados. A esos artistas con los cuales yo he compartido y he aprendido. Y a las generaciones venideras dadles ese regalo. Y compartir con jóvenes como Alonso, que viene despegando fuerte y tiene un sentido del ritmo y una naturalidad a la hora de coger las cosas. Eso te alegra porque ves que hay formas y hay futuro. Hay que cuidar a la juventud, a las futuras generaciones lebrijanas. Que entre todos hagamos que esto salga por todos lados y todo el mundo se embriague de geranios y gitanillas.

LebrijaFlamenca: La verdad es que es muy necesaria esa labor recopilatoria.

José Valencia: Hace más de 20 años, Pedro Bacán hizo cuatro discos que son una maravilla (Noches Gitanas de Lebrija). Ahí hay una muestra perfecta, lo que pasa es que Pedro iba buscando más los personajes, no ahondar tanto en la explicación o el estudio. Si en vez de una fiesta, separa los cantes y les pone sus títulos, pues sería otro tratamiento para el que quiera escucharlos y aprender a cantarlos. Pedro hace una muestra viva, maravillosa, todavía suena, esa manera de cantar de gente que ya no está, muchos recuerdos. Yo recuerdo de ir con Pedro a Francia con la Morena, que estaba muy mayor, montada en el avión, bromeando con Diego de la Margara, y se montaba en el escenario y hacía su cantecito por bulerías, con esa pataíta que hacía una entrada a contra que los bailaores decían, qué hace esta mujer, en qué tiempo lo hace, lo ha hecho así toda la vida… Son gente que no son profesionales, son una minoría muy amplia.

Lo que ha tenido Lebrija es una cosa, digamos menos buena: Lebrija nunca se ha creído lo que es, por eso la lucha siempre ha sido individual, nunca colectiva, y siempre ha habido bandos. Y eso nos ha hecho daño, en el sentido de que hemos perdido mucho tiempo, cuando Lebrija ya podía estar a ese nivel, que a nivel aficionado lo está, pero a nivel de nombre no. Y eso es lo que hay que pretender y tiene que ser una lucha colectiva, y hay que rodearse de los que quedan y de los futuros. Porque esto es generacional, y en el momento en que yo vaya retrocediendo por edad, ellos van a ir subiendo. Y ellos serán los que tendrán que llevar ese legado a cuestas. Y para llevar ese legado a cuestas primero tienen que estar bien preparados, porque si no, la losa es gorda. Una cosa que tiene este mundo es que en el momento en que lo haces una vez mal, las consecuencias son graves. Como si hubieras cometido un crimen y ya no lo puedes remediar.

Hay que decirlo, porque si estamos de acuerdo en lo malo, ya estamos buscando una solución. No le estamos echando la culpa a nadie, todos somos culpables de eso. Pero también eso es una manera de vivir, y es una manera de ser, y entra dentro de la idiosincrasia del pueblo, en el fondo tienes que quererla. Esa parte no tan buena te ha dado una parte buena: o machacas o no vales. Y te fortalece, lo que pasa es que tiene que aprender a ser inclusivo.

LebrijaFlamenca: Pero cuando te acercas a los mayores, a escucharlos, ellos lo agradecen.

José Valencia: La gente en el fondo es muy generosa y si les preguntas bien, son reservados y les cuesta trabajo, pero cuando les das confianza, ellos la cojan y sueltan. Además locos por soltar y más de lo que nos creemos. Lo único que hay que hacer es empatizar con el que tienes al lado, y sacar el mejor partido de todas las cosas. Y no es una cuestión de beneficio propio, si los dos funcionamos bien el resultado final va a ser mucho mejor. Son cosas que se van a quedar para toda la vida y con el tiempo estará presente y te sentirás orgulloso de haber sido partícipe de la historia de Lebrija.

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Entrevista a José Valencia sobre el «Estudio de los cantes de Lebrija».

El sueño plateado de la Yerbabuena para Miguel Acal

Con la letra de Antonio el Chaqueta: «levántate tempranito, verás como te traigo de yerbabuena un ramito», así puedo definir la noche del viernes flamenco en Las Cabezas de San Juan que acabo aproximadamente a las 3:30 horas de la madruga. Y se hizo verdad esta letra porque casi llegamos con las claritas del día y tenía el ramito de yerbabuena encima de mi mesa.

El pasado viernes 4 de julio del 2025 se celebró en el pueblo vecino el festival flamenco de La Yerbabuena, nueva edición, y este año dedicado al compromiso y al trabajo del mismísimo Miguel Acal, que contribuyó al crecimiento de este festival y enaltecimiento de esta música tan universal. Me quedo con algunas frases como la de «el gran material que tiene guardado y todavía su viuda no lo ha dado a la luz», frase de un aficionado que conocía a Miguel.

Eran las 10 de la noche cuando comenzaron a encenderse los focos en aquel rincón donde se unen los rezos de fe con el rezo de la esperanza de la tragedia del flamenco, la Plaza del Cristo de la Vera Cruz. Las cosas del directo, como se suele decir, media hora más tarde, pero ya empezamos con la premonición de que la madrugá nos atrapaba, con el homenaje y otra media hora de descanso, la paciencia se queja y por eso lo escribo y lo digo, es una lástima que se fueran mucha gente cuando le tocaba a la última del cartel, y menos mal que había una barra que aguantaba a la gente, que es una parte importante dentro de un festival, aunque en otros lugares no lo sea, pero beber una copa a todo el mundo le gusta.

Ante todo enhorabuena a los que están organizando el festival, como lo han resucitado y le han puesto como una cita obligatoria en los festivales de verano. Carteles buenísimos todos y este año como oro en paño, Aurora y Concha, precio asequible para familias, y lugar emblemático. Felicidades a la organización, y la próxima que la paciencia no se queje tanto de los aficionados.

Abrió el festival un hijo de Pedro de Miguel, que por cierto se ha inaugurado este año una plaza a Pedro, fundador importantísimo de este festival, nakerando de Acal y de su padre, y presentó al grupo de Las Cabezas de San Juan.

Percibí esa noche muchas sensaciones, que había cuatro guitarras que saben andar descalzas cuando el flamenco despeina la madrugá, Juan de Clemente, Higuero, Salado y Curro Vargas, porque con ello vibro, como la letra de Rocío Jurado. Nos comimos a cucharón de bulerías el grupo de Clemente y su gente, porque fue una hora entre uno y una del grupo con su manera de expresarse en el escenario por bulerías, hasta que escuché la soleá de Charamusco por uno del grupo, es soleá apolá, pero Mairena le puso Charamusco porque detrás hay una historia, puso pausa a mi cucharón de bulerías, ellos fueron los primeros en entrar en escena.

Después le tocó el turno a los aires de Cai, al chiclanero de peso, que por cierto, felicidades a su padre Rancapino por sus 80 años desde Lebrijaflamenca.com. Alonso hijo con esas melodías pausadas pero llenas de dulzura hizo su repertorio indudablemente entregado. Mi sensación tuvo momentos en algunas letras, acordándose de Caracol en los tientos, esa brisa marinera de Cai en las alegrías, pero para mí donde verdaderamente se rompió fue en las bulerías y los fandangos. No sé, al principio tuvo unos problemas con el sonido y lo descentró y en la soleá no lo sentí, no la encontró, pero su voz llena de buen mimbre nos atrapa.

Después llegó el reconocimiento al crítico flamenco Miguel Acal, para darle la Yerbabuena de Plata a su viuda Nandi Vázquez, con un grupo de personas arriba con el alcalde como cabeza de cartel y todo gloria a este flamenco de élite, que sabía y entendía de todo esto, y el que faltaba por dárselo de los fundadores. «Este homenaje simboliza el agradecimiento eterno a quienes creyeron en un sueño y lo convirtieron en una realidad que hoy enorgullece a nuestro pueblo», así lo destacaron, y se une desde este año a ese cestito lleno de ilustres ramitos de yerbabuena como Camilo José Cela, Manolo Sanlúcar, Rocío Jurado, El Lebrijano, Curro Romero, José Mercé, Pedro Peña, Cristina Hoyos, Paco Cepero, Miguel Poveda, Benito Zambrano y muchos más. Este cestito lleva remedios «pa to los males».

Ya con la paciencia quejándose por el horario apareció Aurora Vargas, como oro en paño para nuestra paciencia, racial, faraona, bien arropá para el compás, rebuscándose en lo negro, y a la bulería le puso los corales y el traje de gitana y se llevó a la gente a su terreno y nos montó en la nube de la transmisión gitana. La madre de Aurora la parió para ser ese portento gitano y en mujer para dar más valor al flamenco, con una artista de esta echura.

Por cierto, lleno absoluto, silencio sublime de los asistentes, que grande es ese silencio,  y cuando se rompe ese silencio en un dolor que debes decir ¡Olé joé! Eso no tiene explicación y Aurora Vargas lo hizo el viernes.

Las tres de la madruga, la noche despeiná, la paciencia rota, los niños durmiendo en las sillas, y viene de negro luto como su alma y su baile Concha Vargas, si es verdad, que se fueron mucha gente y esto no puede ocurrir, pero la gitana de Lebrija, la Faraona de Quintín, le echó mano a la madrugá bajo un elenco de cantaores de buenos mimbres y una guitarra que no sé si cuando va a los churros o se llena las manos de aceite para hacerlo o de vino de solera, porque Curro cuando toca se derrama muchas cosas buenas y gitanas como dice Miguel Funi, pero Concha se rebuscó en su rebeldía y su tragedia. A la hora la metió donde debe de estar, en el reloj y dejó su huella intensa con su sello de bailar, entre los gestos de sus brazos y sus  miradas dibujó el cierre de  la Yerbabuena de Miguel Acal .

Inauguración de la Plaza Pedro de Miguel Hermida en el marco de la Yerbabuena Flamenca

Acto muy emotivo de inauguración de la Plaza Pedro de Miguel Hermida con la presencia de sus hijos y nietos, los representantes municipales y los aficionados al flamenco que acompañaron, muchos ellos, tanto a Pedro de Miguel como al homenajeado este año Miguel Acal, en la tarea de fundación de la Yerbabuena Flamenca en Las Cabezas de San Juan.

Tras una mesa temática sobre «La raíz del festival flamenco de la Yerbabuena» moderada por Tere Peña y en la que participaron el hijo Juan Pedro de Miguel, la mujer de Miguel Acal, Nandi Vázquez, una aficionada cabal del flamenco, Pili Castellano, entre otros; hubo tiempo para la música, la nostalgia y el recuerdo. La Plaza quedará para siempre formando parte del entramado urbano del pueblo vecino de Las Cabezas en el seno de la Barriada de la Yerbabuena.

El Ayuntamiento de Las Cabezas ha querido tener este gesto en el marco de los actos previos a la celebración del festival «en agradecimiento a Pedro de Miguel, por su contribución y dedicación desinteresada en por de la cultura local, por su gran labor en la creación, conservación y difusión del Festival Flamenco de la Yerbabuena y por reconocer el valor inmenso del flamenco como patrimonio vivo de Las Cabezas de San Juan».

«Nació cantaora la yerba…

himno eterno de libertad».

Gloria a ti, Pedro.

Fotografías cedidas por el Ayuntamiento de Las Cabezas / Autor Serafín Hernández

Las Cabezas
Inauguración de la Plaza Pedro de Miguel en Las Cabezas de San Juan_julio 2025
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Inauguración de la Plaza Pedro de Miguel en Las Cabezas de San Juan_julio 2025
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