La cantaora lebrijana estará el próximo 27 de mayo en el Círculo Flamenco de Madrid
Empieza Anabel Valencia su recital flamenco por granaínas y va lanzando suspiros al aire, con un cante que no es habitual en ella pero que completa su repertorio de manera magistral, ya desde el primer momento se templa y se gana a la audiencia. “Que doy suspiros al aire, ay pobresita de mí, y el aire se me los lleva y no los recoge nadie”. El aire llega fresco de las cuevas del Sacromonte a las tablas del Teatro Municipal Juan Bernabé de Lebrija.
Sigue la cantaora con cantes abandolaos, acompasada y acompañada de la sonanta de Curro Vargas y de la percusión de su hermano Juan Diego Valencia. El cante por soleá define a los cantaores y Anabel recita su condición, se hizo cantaora en el vientre de su madre y nació con el compás de su sangre.
Los tangos se los dedica a su tío Manuel de Paula, originales e inconfundibles en su forma y en sus letras. Y con el macho de la seguiriya llega el momento sublime, la soberbia de esta cantaora joven y experimentada que poco a poco verá su carrera remontada en los próximos meses que llegan antes del verano.
Sube su familia al escenario y se produce un fin de fiestas por bulerías que solo es posible en Lebrija y en muy pocos sitios más. Los más pequeños acompañan a los mayores a compás de sus palmas y se lanzan con una pataíta final que marca la historia y el devenir del flamenco en Lebrija, que no es más que la sucesión del conocimiento de generación en generación en el seno de las familias gitanas.