Reinaron en la Zambomba de la Hermandad de los Gitanos de Lebrija. Son voces flamencas con rostro de mujer
Este año, la Zambomba de la Hermandad, a pesar de la ausencia de dos de los principales artistas, Manuel de Paula e Inés Bacán, ha sido, para definirla en pocas palabras, muy buena. Aunque dicho sea de paso, muchos de nosotros nos quedamos con la ilusión de escuchar a estos dos grandes artistas, puesto que ya hace mucho tiempo que en Lebrija no tenemos el placer de disfrutar de ellos.
Muchos son los grandes momentos que se vivieron el viernes 13 de diciembre en el patio de butacas. Así que yo me he puesto un límite y solo voy a mencionar mis cinco mejores momentos. Por supuesto, sin desmerecer al resto de artistas, que todos tuvieron su gran momento.
Momento 1: Anabel Valencia lleva 20 años colaborando de forma ininterrumpida con la Hermandad. El año pasado cantó un villancico que, dándole un ritmo y un fuerza arrolladora en el estribillo, hizo que el Teatro se viniera abajo. Este año ha cantado el mismo villancico, pero en esta ocasión lo ha moldeado, lo ha templado e igualmente ha emocionado.
Momento 2: El grupo Nochebuena en Lebrija tuvo una actuación impecable. Rompieron con un primer villancico que nos metió a todos el ritmo en el cuerpo, haciéndose valer todos y cada uno de los componentes, dando buena cuenta de que la siguiente generación viene haciéndose sitio. Destacar la pataíta de Juan Vargas el Pique por su singularidad y arte.
Momento 3: Juana Vargas es otra de las artistas que siempre colabora con la Zambomba y este año se ha acompañado de la guitarra de Antonio Moya. Y en mi ser, este año me ha gustado soberanamente.
Momento 4: Antonio Peña, con su desparpajo hizo cantar al público a su son, regalándonos unos momentos de humor flamencos inolvidables. Este grupo estaba capitaneado por Fernanda Carrasco y con la colaboración de Raquel Zapico.
Momento 5: Y para rematar la noche, José Valencia, que venía desde Huelva con todas las ganas del mundo de cantar en su Zambomba. De hecho, el público se entregó hasta el infinito, pues José se entregó entero.
Y llegó el señor de «Solo flamenco» con su trilogía villanciquera en renos errantes y dejó un titular de la Zambomba: «el teatro se ha alborotao porque José Valencia ha cantao«.
Pasadas las 10 de la noche se le dió acomodo a la XXI Zambomba Flamenca en un lugar prestigioso y de mucho respeto: el Teatro Municipal «Juan Bernabé».
Luces apagadas y silencio como dueño de las 300 butacas ocupadas para el abrir de esas cortinas rojas parda y así dar paso al elenco de artistas. Acanasterao era el color y lleno de humildad era el canto de Campanilleros de la Aurora para partir la frialdad de ser los primeros en salir. Grupo típico por excelencia y con un repertorio amplio, con diferentes colores de voces, es un espejo acanasterao de la zambomba.
Llega el turno de la cenienta del flamenco. Cuando agita su varita Anabel Valencia, no hay brazo de butaca sin el pellizco del público. Con esas duquelas de futura mamá y con el malestar de una voz griposa, expresó con ímpetu su sentimiento racial en villancicos y bulerías. Su escena es magia… Si llega a estar bien, los cimientos del teatro tiemblan. Es un cuento de hada su cantar.
Llegó después la que dirigió a uno de los mejores coros, el de Los Canasteros, ganadora del «Tú sí que vales». Es una de las habituales en este evento: Rosa Quiñones se montó en el escenario con la guitarra de Luis Carrasco para deleitarnos con un villancico y por bulerías. Se le notó fría, ha tenido mejores actuaciones.
Le tocó el turno a otra cuna flamenca, la de Utrera, que trajo a Lebrija la Pascua con sonatas diversas y con un toque de guitarra joven y con proyección, Pitín hijo. Venían de otro lugar de ofrecer su repertorio y quizás se les notó cansados y sin la chispa de otros años, pero la voluntad de estar y poner su granito para la hermandad deja la actuación sin color. El año que viene dios dirá.
Había este año una frialdad escénica que nunca ha habido. En otras ediciones la hoguera del escenario era más rompedora. Pero lo mejor: que se ha escrito otro año más y seguir con el peso de la 22 para el año que viene.
Después del descanso y sobre las 12 y media de la noche aproximadamente, se subió una mujer que lleva lo ortodoxo del flamenco por bandera. Por Lebrija mece su cuna a lamento de Navidad y por fiesta, Juana Vargas con la guitarra de un discípulo de Bacán, Antonio Moya, le echó casta a esa frialdad rara que corría entre cortina y cortina .
Uno de los privilegios de este espectáculo es contar con la juventud flamenca de Lebrija. Lo innato, lo poco escuchado, surgió hace 21 años y sigue haciéndolo a los mismos años. Se subió un grupo de jóvenes con colores diferentes de Navidad. Al toque dos guitarras de metal, nieto y sobrino de Curro Malena, Curro y Luis, voces de mujeres de Las Cabezas, coros de nuestra Lebrija y percusión de Manuel Hidalgo. Sonó muy diferente , bonito y llamativ , muy bien trabajado; y para acabar un fin de fiesta de arte.
Salen los dos presentadores para dar paso al siguiente grupo, Fernanda Carrasco y su gente. Abrieron con diferentes villancicos, uno de ellos interpretado por Fernanda con un clarinete, solemne momento, quizás un juego de luces faltó; Raquel Zapico con su maestría en el escenario puso su granito a la Navidad y el carismático Antonio Peña puso en los mimbres de esta zambomba el compás para llevarse a los asistentes a su cesto.
Eran más de las 2 de la mañana del sábado cuando apareció la mina sonora de José Valencia. Venía de otra actuación, pero su devoción por su hermandad hizo que estuviera en esta edición y vaya cómo estuvo! Rezó su plegaria como el Papa. «Solo flamenco» paró el tiempo con su escena, no funcionaban las agujas del reloj, se quedaron clavadas en aquellas butacas. José se hizo dueño del teatro con sus tres villancicos y su fin de fiesta. Dejó en la 21 zambomba el porqué del premio a su disco ortodoxo, el porqué su nombre se escribe en mayúscula en este mundo tan bonito y tan difícil, desafío a la frialdad del escenario y le ganó con su cesto lleno de remedio p’a to los males. ¡Ole tú! ¡Grande!
Las tres acabaron de dar en el reloj de nuestra torre cuando se le puso llave a esta edición. Segundo año consecutivo donde la vena de la solidaridad toma cuerpo y forma. Este año ha sido para la Asociación contra el cáncer… ¡P’a Belén, p’a Belén que nos vamos tos, p’a Belén, p’a Belén con el corazón!