Artistas, familiares y aficionados llenaron el Cartuja Center de Sevilla en el tributo al cantaor lebrijano
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Reseñas de actuaciones.
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El bailaor de Triana, Antonio Canales, recibió el homenaje del Tacón Flamenco de Utrera desde el público. O desde el cielo, como dijo él mismo, «porque llevo todo el espectáculo viendo bailar y cantar a gente que venero». Numerosos artistas le quisieron rendir homenaje sobre el escenario el pasado 28 de febrero, coincidiendo con el Día de Andalucía en Utrera. «El flamenco es para nosotros lo mismo un martirio que una delicia», prosiguió agradecido: «tenemos la suerte de que el traje de trabajo nos corre por las venas».
Los organizadores del Tacón, tanto Manolito Pelusa como Luis de la Ramona, tuvieron palabras de elogio para el artistas y le agradecieron su dedicación y entrega en el festival dedicado al baile. El festival finalizó con un fin de fiestas memorable en el que participaron Pepe Torres y el Farru, entre un tropel de bailaoras, así como la participación extraordinaria de la madre de Canales, Pastora de los Reyes, y de la bailaora enferma pero con ganas, Angelita Vargas.
Pero los momentos buenos se dieron desde el principio. Empezó el espectáculo con un cuadro de Utrera y Lebrija en el que se formaban parejas improvisadas de baile y cante, como la de Mari Peña y Carmen Ledesma, o la de Luis de Chimenea y el bailaor Manuel Marín. El cantaor Rafael de Utrera gustó con la tarara y después acompañó a su mujer Carmen Lozano por bulerías.
Los cantaores David el Galli y El Labi de Jerez llevaron el cuerpo de buena parte del espectáculo y acompañaron primero al siempre elegantísimo El Junco por tangos y a Manuela Carpio con poderío.
Otro cuadro para gustar el de Marina Heredia que rindió homenaje a Utrera acompañada por la guitarra de José Quevedo «El Bolita», y ya por tangos dieron entrada a una sorpresa de la noche, el veterano Curro Albaicín. La honestidad viene de Granada, «el lugar de las pencas y los chumbos». Canales, la revolución del flamenco, llora desde el patio de butacas con la interpretación de El Farru y La Farruca por soleá. otro momento álgido de la noche.
La semana de Tacón Flamenco de Utrera no podía haber empezado mejor. Reivindicando el cante. Una programación flamenca dedicada al baile, que en esta edición de 2019 hace homenaje al bailaor sevillano Antonio Canales. El baile que nace para el cante porque crece en la pureza del flamenco y es ahi donde se convierte en una disciplina suprema.
Así que el sábado 23 de febrero tuvimos en el Tacón Flamenco a cinco cantaores de una misma generación que representan la relación tan íntima que une Utrera con Lebrija. Primos como hermanos, primos también en el público, porque se mezclaba el parentesco entre artistas y asistentes.
Juan Bacán es la esencia misma del cante. Respeta la estructura tal y como le dictan sus antepasados, domina los bajos, y como él mismo cuenta, va desgranando letritas una tras otra pareciendo que fuera fácil su sonido centenario. Con el mismo aplomo encara la soleá y las bulerías, y su macho nos arrima al cielo, donde le escucha su hermano.
Su prima Concha del Lagaña, también descendiente de los Pinini, recuerda con sus letras pasajes con le son familiares. La seguiriya coloca el espectáculo en el siglo pasado y después sus particulares fandangos por soleá. Primara vez que canta por bulerías, esas son las cosas inexplicables del flamenco cuando se juega en un instante.
Isabel Carrasco corona la noche. Las cantiñas no son propias de este mundo. Y entona las bulerías en lo que parece un milagro. El compás de Lebrija altamente representado.
Por parte de Utrera, la gracia y el desparpajo de Ana La Turronera y el cante asentado de Mercedes del Pajarilla. En las guitarras, Enrique Rodríguez y un Niño José Manuel que se acompañó por soleá en el espectáculo. Nuestras felicitaciones a la organización, un acierto la disposición del público sobre el escenario, que acentuó la idea de que todos estábamos en familia.