El sueño plateado de la Yerbabuena para Miguel Acal

Con la letra de Antonio el Chaqueta: «levántate tempranito, verás como te traigo de yerbabuena un ramito», así puedo definir la noche del viernes flamenco en Las Cabezas de San Juan que acabo aproximadamente a las 3:30 horas de la madruga. Y se hizo verdad esta letra porque casi llegamos con las claritas del día y tenía el ramito de yerbabuena encima de mi mesa.

El pasado viernes 4 de julio del 2025 se celebró en el pueblo vecino el festival flamenco de La Yerbabuena, nueva edición, y este año dedicado al compromiso y al trabajo del mismísimo Miguel Acal, que contribuyó al crecimiento de este festival y enaltecimiento de esta música tan universal. Me quedo con algunas frases como la de «el gran material que tiene guardado y todavía su viuda no lo ha dado a la luz», frase de un aficionado que conocía a Miguel.

Eran las 10 de la noche cuando comenzaron a encenderse los focos en aquel rincón donde se unen los rezos de fe con el rezo de la esperanza de la tragedia del flamenco, la Plaza del Cristo de la Vera Cruz. Las cosas del directo, como se suele decir, media hora más tarde, pero ya empezamos con la premonición de que la madrugá nos atrapaba, con el homenaje y otra media hora de descanso, la paciencia se queja y por eso lo escribo y lo digo, es una lástima que se fueran mucha gente cuando le tocaba a la última del cartel, y menos mal que había una barra que aguantaba a la gente, que es una parte importante dentro de un festival, aunque en otros lugares no lo sea, pero beber una copa a todo el mundo le gusta.

Ante todo enhorabuena a los que están organizando el festival, como lo han resucitado y le han puesto como una cita obligatoria en los festivales de verano. Carteles buenísimos todos y este año como oro en paño, Aurora y Concha, precio asequible para familias, y lugar emblemático. Felicidades a la organización, y la próxima que la paciencia no se queje tanto de los aficionados.

Abrió el festival un hijo de Pedro de Miguel, que por cierto se ha inaugurado este año una plaza a Pedro, fundador importantísimo de este festival, nakerando de Acal y de su padre, y presentó al grupo de Las Cabezas de San Juan.

Percibí esa noche muchas sensaciones, que había cuatro guitarras que saben andar descalzas cuando el flamenco despeina la madrugá, Juan de Clemente, Higuero, Salado y Curro Vargas, porque con ello vibro, como la letra de Rocío Jurado. Nos comimos a cucharón de bulerías el grupo de Clemente y su gente, porque fue una hora entre uno y una del grupo con su manera de expresarse en el escenario por bulerías, hasta que escuché la soleá de Charamusco por uno del grupo, es soleá apolá, pero Mairena le puso Charamusco porque detrás hay una historia, puso pausa a mi cucharón de bulerías, ellos fueron los primeros en entrar en escena.

Después le tocó el turno a los aires de Cai, al chiclanero de peso, que por cierto, felicidades a su padre Rancapino por sus 80 años desde Lebrijaflamenca.com. Alonso hijo con esas melodías pausadas pero llenas de dulzura hizo su repertorio indudablemente entregado. Mi sensación tuvo momentos en algunas letras, acordándose de Caracol en los tientos, esa brisa marinera de Cai en las alegrías, pero para mí donde verdaderamente se rompió fue en las bulerías y los fandangos. No sé, al principio tuvo unos problemas con el sonido y lo descentró y en la soleá no lo sentí, no la encontró, pero su voz llena de buen mimbre nos atrapa.

Después llegó el reconocimiento al crítico flamenco Miguel Acal, para darle la Yerbabuena de Plata a su viuda Nandi Vázquez, con un grupo de personas arriba con el alcalde como cabeza de cartel y todo gloria a este flamenco de élite, que sabía y entendía de todo esto, y el que faltaba por dárselo de los fundadores. «Este homenaje simboliza el agradecimiento eterno a quienes creyeron en un sueño y lo convirtieron en una realidad que hoy enorgullece a nuestro pueblo», así lo destacaron, y se une desde este año a ese cestito lleno de ilustres ramitos de yerbabuena como Camilo José Cela, Manolo Sanlúcar, Rocío Jurado, El Lebrijano, Curro Romero, José Mercé, Pedro Peña, Cristina Hoyos, Paco Cepero, Miguel Poveda, Benito Zambrano y muchos más. Este cestito lleva remedios «pa to los males».

Ya con la paciencia quejándose por el horario apareció Aurora Vargas, como oro en paño para nuestra paciencia, racial, faraona, bien arropá para el compás, rebuscándose en lo negro, y a la bulería le puso los corales y el traje de gitana y se llevó a la gente a su terreno y nos montó en la nube de la transmisión gitana. La madre de Aurora la parió para ser ese portento gitano y en mujer para dar más valor al flamenco, con una artista de esta echura.

Por cierto, lleno absoluto, silencio sublime de los asistentes, que grande es ese silencio,  y cuando se rompe ese silencio en un dolor que debes decir ¡Olé joé! Eso no tiene explicación y Aurora Vargas lo hizo el viernes.

Las tres de la madruga, la noche despeiná, la paciencia rota, los niños durmiendo en las sillas, y viene de negro luto como su alma y su baile Concha Vargas, si es verdad, que se fueron mucha gente y esto no puede ocurrir, pero la gitana de Lebrija, la Faraona de Quintín, le echó mano a la madrugá bajo un elenco de cantaores de buenos mimbres y una guitarra que no sé si cuando va a los churros o se llena las manos de aceite para hacerlo o de vino de solera, porque Curro cuando toca se derrama muchas cosas buenas y gitanas como dice Miguel Funi, pero Concha se rebuscó en su rebeldía y su tragedia. A la hora la metió donde debe de estar, en el reloj y dejó su huella intensa con su sello de bailar, entre los gestos de sus brazos y sus  miradas dibujó el cierre de  la Yerbabuena de Miguel Acal .

Teatro y cante gitano_La tragedia del hijo perdío de Juaniquín

Presentación de Manuel Carrasco, presidente de la Asociación Cultural del Pueblo Gitano de Lebrija

Una obra representada por Replikante Teatro con el cante de Manuel de la Costá y José Soto, con la guitarra de Luis Carrasco

«El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana, y así lo han hecho el Teatro Replikante de Lebrija. Y al hacerse humana, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y, al mismo tiempo, que se les vean los huesos y la sangre, y para eso está el cante gitano. Asi lo van a hacer Manuel de la Costá, José Soto el Churrero, Ramón Vargas como exaltador y la guitarra de Luis Carrasco.

He querido empezar con versos lorquianos combinados con la cultura de Lebrija para que disfrutemos esta noche en Trebujena, Sastipen that mestipen, salud y libertad. Esta actividad entra en la celebración del Día Internacional del Pueblo Gitano que estamos celebrando en Lebrija desde el pasado 8 de Abril y como celebración de los 600 años que lleva el pueblo gitano en nuestro país.

Como presidente de la Asociación Cultural Pueblo Gitano de Lebrija quiero comenzar a dar la gracias al Ayuntamiento de Trebujena por esta apuesta cultural e histórica. Al Ateneo Arbonaida de El Cuervo, culpable de esta estructura del tiempo, de las cenizas que todavía existen. Han reconstruido la choza más gitana del planeta, la del tío Juaniquín, para poner en relieve cómo se amarraba los cordones de los zapatos aquel maestro gitano para buscar su libertad. Por supuesto, a este grupo de artistas del Teatro Replikante por representar el drama y darle la oportunidad a la Asociación de traer a los cantaores y guitarra para darle la tragedia del cante, y por supuesto, a mi tío Ramón Vargas, por sentir el dolor y la pena de su enseñaó, y saber contarla. Gracias a todos por hacerme partícipe de poder presentarlos a todos ustedes, que estáis aquí apoyando este drama flamenco. Y gracias a la familia de Juanquín que están por aquí.

Todos guardamos un recuerdo de aquellos que murieron por culpa de aquel régimen fascista que nos despeina el sentimiento de vez en cuando. Es como si la cinta del pasado se rebobinara en nuestra mente dando paso a sensaciones que creíamos olvidadas, pero eso es imposible. El Mojiconero es uno de los ejemplos. Hay días en los que la memoria nos reta, juega con los sentimientos, se pasea por la casa y nos recuerda que nadie escapa del pasado. Porque Casto Moreno se lo llevó el tiempo, y para sobrevivir tuvo que llamarse José Valencia, y considero que cualquier sistema que ataque o ponga en peligro la libertad es un enemigo más del día a día.

La libertad no es un lugar ni un estado del ser: es un camino. Se está andando en él o se está fuera de él. Y Lebrija y Trebujena lucharon por muchísimos años para que sigamos caminando dentro de la libertad. El hijo de Juaniquin estuvo fuera de él, Casto Moreno Vargas, más conocido como El Mojiconero, será para siempre ese hijo perdío en la choza más gitana del mundo como fue la del tío Juaniquín. El maestro o enseñaó de muchos trabajadores que sobrevivieron en cortijos y gañanías. Digo sobrevivir por la manera de trabajar, de medio comer y medio descansar que hacían nuestra familias.

Este drama social, y a la vez gitano, es necesario contarlo. Sobre todo para llenar de contenido las trayectorias vitales de los vencidos, de los que gastaron sus suelas de zapatos corriendo de un lado para otro, y así componer su identidad. Porque recuperar la historia es recuperar la identidad, y tenemos mucho en común. Porque el pueblo gitano también quiere y vamos a luchar por saber de nuestra historia y recuperar nuestra identidad. Estamos ambas partes en la misma tangente , y así no podemos caer en el olvido.

Esta noche vamos a disfrutar con ese drama histórico con el quejío gitano, de la mano de dos cantaores de la antigua usanza. Con la guitarra de soniquete de almíbar de un consagrado Luis Carrasco. Una vez me contaron y me dijeron que el cante de pureza hay que tratarlo de usted, y aquí está el ejemplo. La pureza del cante es el sabor del paisaje, lo dijo Antonio Mairena, y hoy me refiero a mi Lebrija. Ellos han entrado en la choza del tío Juanquín, ellos le van a cantar a la libertad de José, van a expresarse con el negro luto del quejío. Ellos se van rebuscar en la última habitación donde se cobija el duende. Lebrija, sentimiento, sangre en sus letras, la pena negra de un padre que se han llevado a su hijo, que no sabía si iba a volver, y si volvía, no sabía cómo esconderlo. Ellos son Manuel de la Costá y José Soto el Churrero, voces nacidas para el dolor, para el drama y la tragedia de El Mojiconero.

Reportaje fotográfico de la actuación en Trebujena

 

José Valencia en la Bienal de Flamenco de Sevilla_Con su verdad por delante

El cantaor lebrijano se acordó de todos los grandes que están y de los que no están, especialmente de su tío Manuel de Paula

Septiembre de 2024, una galera superviviente de Persecución del mismísimo Lebrijano encalla en Sevilla, en la XXIII Bienal de Flamenco. En una mesa rodeada de sillas de neas, uno de los capitanes generales del cante, José Valencia, descarga un cargamento sumamente enriquecedor de los misterios del pueblo gitano con sonío a Lebrija.

Isla de la Cartuja, sobre las 8:30 h de la tarde. Lebrija como escaparate en la Bienal, y no solo por el intérprete, sino por lo que hizo y lo que derramó. Descendiente de tío José de Paula, de Juanichi el Manijero, del Borrico y de Parrilla; bisnieto de la «Juanicha», nieto de Juana la «Mantequera» y Remolino por su padre, que desde uno de los balcones del cielo se encaramó en la cumbre del disfrute como los asistentes que llenaron el pabellón sevillano. José Valencia: «todo es Lebrija» y desde Lebrija para el planeta terrestre.

Para abrir una puerta de estimación y valoración de lo ocurrido el pasado jueves 26 septiembre hay que echar mano de la cumbre del gozo de la gran llamarada de los asistentes, llenazo y muy a gusto que nos fuimos. Y dejo abierta la puerta con la nota máxima a José.

José Valencia se presentó en el espectáculo «Estudio sobre los cantes de Lebrija» con un repertorio con su verdad por delante. No hay disfraz de lo comercial, sino la herencia de la inmortalidad de su pueblo errante. El pañuelo de su chaqueta era su testimonio. Cuatro palmeros, dos guitarras (Juan Requena y Pedro María Peña), sillas de neas, la semblanza y una cantaora para cubrirnos de dones gitanos y latentes, Anabel Valencia, que hizo una ristra a compás por bulerías de cantes de gitanas de Lebrija, un matriarcado al que le debe la historia del flamenco.

Lo dijo un par de veces, que lo que cantaba era solo un poquito de lo que es Lebrija en el cante, con su sello propio del sonío negro de la lebrijanía gitana. Se acordó de todos los grandes que no están y de los que están, pero especialmente a su tío Manuel de Paula, su arca de riqueza la lleva siempre como carga.

Nos dejó un recital de lingotes de oro de seguiriyas y soleá al golpe, y de plata pura las alegrías, cantiñas y tangos. Perlas preciosas de aroma indiano de la toná. La versión de los romances de la Caracola y los tientos. La sangre dinástica de la gente de bronce la expresó mediante su golpe por bulerías del Chozas. Su quejío para que sus  niños gitanos no vayan a las galeras reales y como lazo para el colofón, el baile con buen metal de su tío Antonio, lo presentó como la pieza importantísima en su carrera profesional y personal.

Escribir de José no es fácil, porque es escribir sobre los grandes, porque es Capitán General, porque es el Papa del flamenco cuando se lo pusieron, porque es cabeza de cartel donde vaya y no escribir que bonito y que bien lo hace, sino cómo lo hace y lo que derrama para ser y para llegar donde está.

Tiene una verdad como el palo cortao de González Palacios, como las neas de una silla o las tablitas de un soberao. Serás historia flamenca de nuestra tierra porque eres ese pájaro gitano que vuela por el globo y sabiendo expresarse como nadie mediante el cante, mediante el lenguaje del flamenco. La lebrijania gitana del Capitán General del flamenco, José Valencia, ¡¡qué mejor Giraldillo para ti, hermosa Giralda!!

Fotografías cedidas por la Bienal de Flamenco

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Estudio sobre los cantes de Lebrija de José Valencia_Bienal 2024@Foto Laura León

 

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Estudio sobre los cantes de Lebrija de José Valencia_Bienal 2024@Foto Laura León

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Estudio sobre los cantes de Lebrija de José Valencia_Bienal 2024@Foto Laura León

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