Rodríguez Ojeda ofrece datos biográficos del artista Manuel de Paula y le dedica unos versos muy personales
Buenas noches, es para mí un honor glosar la figura de Manuel de Paula en este homenaje que con toda justicia le hace Palma del Río: cantaor de larga y brillante trayectoria.
Mi agradecimiento al Ayuntamiento de Palma y a su concejalía de Cultura, así como a la Peña La Soleá por hacerlo posible. De paso a su presidente le doy mi felicitación, por su nombramiento como Hijo Predilecto.
Voy a empezar enmarcando a nuestro artista con algunos datos de su biografía, para pasar a hacer mi glosa en versos, versos salidos del corazón pero también del conocimiento de la figura de Manuel. No en balde me une a él una entrañable amistad de muchos años, e igualmente tengo la satisfacción de haber puesto letra a alguno de sus cantes, discos, o en espectáculos como el de An Cá Paula, estrenado en la Bienal de Flamenco de Sevilla con rotundo éxito, como todos, en 2010.
Datos de su biografía
Manuel Valencia Carrasco nace en la calle Cantarrana de Lebrija en 1956. Desde niño tiene contacto con el cante, con la primeras escuchas de romances y bulerías en la voz de su madre. Su estrecha relación con el guitarrista Pedro Bacán y con flamencos mayores, como Bastián Bacán, Fernanda la Vieja, entre otros, y el conocimiento por tradición familiar de los cantes de su tía-abuela Antonia Pozo, o de su propia abuela La Rumbilla (a la que con el tiempo dedicará un emotivo y flamenquísimo romance) va a suponer la primera piedra de su desarrollo como cantaor. Estos son los principios pero después vendrá muchísimo más.
Así, con tan solo 14 años, en 1971, gana el primer premio en Mairena del Alcor. Desde ese momento se hace profesional requerido por los más importantes festivales flamencos, hasta que en 1979 se convierte en cantaor principal de los espectáculos del inolvidable Mario Maya, llevando su cante por todo el mundo.
(No quiero pasar por alto, estando aquí, las múltiples ocasiones que fue acompañado por el guitarrista Manuel de Palma, de toque redondo y profundo, al que Palma del Río ha dado sus reconocimientos igualmente merecidos en fechas anteriores).
La discografía de Manuel de Paula es extensa, desde que en 1972 grabara El cante grande de un niño gitano. Le seguirían: Fiesta gitana, Así canta hoy Manuel de Paula, Campo Joven, Romance de Manuel Justicia (curiosamente analizado no hace muchos años en unas jornadas universitarias), Manuel de Paula, Azabache, Lebrija, Como oro en paño y otros discos en los que participa con diferentes cantaores.
Hay que decir también que uno de sus cantes fue parte de la banda sonora de la película Manuela. O destacar también su participación en el corto Cante Gitano del cineasta francés Tony Gatlif.
En cuanto a montajes de obras propias, con participación de importantes artistas del cante, el toque y el baile, con gran protagonismo de Manuel en distintas partes de los espectáculos, hay que recordar Chachipén, Majarí Calí, Entre Jerez y Lebrija, con los cantes de Lebrija, y Fiesta en el Patio de la Rumbilla, Como oro en paño o An cá Paula. Como decía una de mis letras, precisamente en el último espectáculo nombrado, “cada cosita a su tiempo, en tiempos de caracoles, caracolitos yo vendo”.
Pues bien, ha llegado el tiempo que se le reconozca a Manuel de Paula todo lo que ha dado artísticamente, también humanamente, me atrevo a decir. Por eso en estos últimos años ha tenido y está teniendo tan importantes reconocimientos como el que hoy le hace Palma del Río. En este sentido recibió en 2016 la Giraldilla Flamenca de la Peña Pepe Montaraz de Lebrija. En 2019, fue nombrado Caracol de Oro en la 54 Caracolá. Como este mismo año 2025 que ha sido nombrado Hijo Predilecto de Lebrija.
Glosa poética a Manuel de Paula
Doy paso a la lectura de mis versos, en los que va a estar muy presente Lebrija. Porque como dijo León Tolstoi: “si quieres cantar la tierra inmensa, canta a la aldea donde naciste”. Esto es lo que hace Manuel de Paula, partir de los cantes de su tierra, para llegar a todos los cantes, pero siempre con su personalidad artística, única e inconfundible. Ahí está la autenticidad de su figura, siendo valiente y arriesgado en sus propuestas aunque siempre desde la raíz. La lucha por la expresión verdadera de lo jondo, como él mismo dice en el corto antes referido: “hay que tirar de valentía, con el cante hay que pelearse”.
Dicen así mis versos:
Entre Sevilla y Jerez, el mismo cielo cobija / sus propios cantes también, tiene esa tierra: Lebrija
La más antigua escuela, que otros gitanos ya antes / de pipales y candelas, fueron creando sus cantes
Cantes del mejor compás, de patios y gañanías / cantes de la madrugá, abriendo la amanecía
Cantes del hondo venero de cuatro estirpes gitanas / los Reyes, los Mantequeros, los Juanichis y los Vargas
Cantes que son viva historia, viva historia de su gente / los que Manuel en su memoria con orgullo llevó siempre
Árbol de larga ascendencia, raíces largas, muy largas / de los Carrasco y Valencia, de los Peña y de los Vargas
Larga raíz que hasta llega a dos barrios jerezanos, a la misma calle Nueva y al barrio de Santiago
Larga historia de vivencias, vivencias desde otros tiempos / que a Manuel niño le cuentan, sirva ésta como ejemplo.
Suena una voz de gitana, lento compás aunque airoso / en la calle Cantarrana, es la voz de Antonia Pozo
Está Fernanda la Vieja, la Perrenga y la Juanicha / la Rumbilla hace una letra y sale bailando el Chila
También está la Moreno, también Antonia la Reye / y está Manuela la ennegro, mejor fiesta no hay quien sueñe
O la estampa familiar, su madre niña y su abuela / la niña en el despertar, entre sueño y duermevela
Y en su sillita de enea, la Rumbilla, olé qué nana / duérmete mi cielo, ea, le canta a su niña Ana
Y le dice una vecina, Rumbilla, tú así cantando / ¿cómo va a dormir la niña? Así va a salir bailando
Que hasta los ojos brillantes a tu Ana se le ponen / con esa nana y tu cante por bulerías al golpe
Y aquellas fiestas primeras, cuando se bebía en latas / vino sanote y solera que echaban de la garrafa
Caracoles o pucheras o esparraguitos trigueros / con vinito de solera, vaya los gustitos buenos
La espoleá y el ajito, también las habitas corchas / y el potaje de cardillos, vaya cosita sabrosa
Como sabroso el mollete, bendito quien se lo coma / chorreandito en aceite y salpicao de sal gorda
Y Manuel algunas mañanas, tras un sueño todavía / se ve allí donde vivía en la calle Cantarrana, en su infancia lebrijana, de cariño y alegría
Hasta ver en el mismo sueño, cómo vuelve en otra escena, cansao de la faena, su parecito Caneco con la capachita llena, sin probar casi el almuerzo porque Manuel lo comiera
Aquella casa que fue blanca luz y blanco patio / donde de niño Manuel daba sus primeros pasos
Y en ese tiempo ya entonces, los cantes iba aprendiendo / escuchando a sus mayores, mezcla de cante y de juego
Era el juego al que jugaba con sus primos al compás / a ver quién se atravesaba o quién se quedaba atrás
Pero pronto con los cantes más serios empezaría / bulerías y romances, tangos, soleá, cantiñas
y también los viejos cantes, por tonás y seguiriyas
Y aún niño, aunque menos niño, vive ya otras experiencias / va ensanchando su camino con nuevas y hondas vivencias
Una que no olvidará, cuando le vino a decir un día el chache Bastián: “sobrino arrímate aquí, porque te voy a enseñar los cantes de Juniquí”
Y son tantos personajes que tanto duende derrochan / como el “Daíto”, su cante a Manuel igual impresiona, y es que hacía como nadie la bulería de El Chozas
Y si el cante es lo primero, la gracia no estaba aparte / la cantiña qué salero, también rinconcito de arte, cuando estaba el Mantequero con el Funi su compare
Así el niño va creciendo y desde niño ya canta / no sabe por qué, sí sabe que es la expresión de su alma
Algo natural, no hay juego que tanto le satisfaga / desde entonces son los cantes más profundos, de más garra, los que empiezan a encontrar acomodo en su garganta
Qué rareza, qué misterio, que en un niño ya calara lo que muy pocos entienden / para entenderlo hace falta algo que nunca se aprende, que es la jondura del alma
pero aunque aún no los abe, sensibilidad se llama, sensibilidad que empieza y para siempre lo marca
Eso sí, lejos del cante superficial, del que engaña a los oídos más fáciles, que aplauden todo por nada
Él ya entonces, desde siempre / busca la fuente más clara, más pura, más verdadera, y aunque es difícil hallarla
Él da con el manantial, con la raíz, con la llama / llama que da luz al cante, esa que nunca se apaga
Que a pesar de contratiempos, con ella sola se basta / para mantener la lumbre más luminosa y más cálida
El niño en su juventud sigue la senda iniciada en su niñez, pero más atento, con constancia va poniendo a los estilos, nombre y a quien los creara
Desde el maestro Mairena a la nómina más amplia / a todos irá escuchando con admiración callada
celebrando en el silencio esa voz recia que canta / desnuda, sin más arrope, triste siempre, solitaria, que solo busca consuelo y alivio en una guitarra
la misma voz que celebra la alegría acompasada / en bulerías o tangos o cantiñas lebrijanas
Pero aquel niño que fue, siempre a Lebrija llevaba en su corazón / reflejo de lo sentido en su infancia, por sus calles, por sus campos, que en su memoria no faltan
Lentamente, poco a poco, sin prisa pero sin pausa / en reuniones de amigos, ya adolescente
estiraba su voz, con mayor oficio, para al final quebrantándola / pasar a cantes más duros, muchas veces sin guitarra
a compás de los nudillos, lo mismo que de las palmas / porque ya cantes más recios expresar necesitaba y lo hace con sello propio, el sello Manuel de Paula
Pero a andar otros caminos de vida y cante se lanza / conocer mundo, otra gente, más aventuras y andanzas
Lo que se dice vivencias para el cante necesarias / porque las letras del cante, de lo vivido nos hablan y lo vivido resumen en unas pocas palabras
Y con la misma pasión, pero más conocimiento / que nunca la pasión quita la verdad ni fundamento, llega el premio de Mairena
desde ese mismo momento, empieza a tener un nombre en los espacios flamencos, entre los aficionados y entre los grandes maestros
Mediados de los 70, ya es cantaor y ya es tiempo de abrir otros horizontes a su cante por derecho
Años claves para hacerse con el reconocimiento y el prestigio / ya lo ven, dicho en lenguaje del pueblo
un cantaor de verdad, un cantaor de los buenos / largo en palos y en estilo, personal en cada tercio
Y por bandera Lebrija, siempre Lebrija, su pueblo / que lo lleva con orgullo precisamente por eso, por ser su raíz, la base de su vida, los cimientos
Y siguió por otras tierras de España y del extranjero / pero nunca le cambió su idea de cante serio, más rico en tono y matices, pero en el mismo concepto
que a pesar de enriquecerse con músicos muy diversos / siguió firme, sigue firme, con aquel hondo criterio con que empezó
Ya no caben deleidad, ni absurdo invento / que el cante grande es muy grande, no es flamenquito, es sustento donde se levanta el cante, profundo como certero, largo, muy largo en estilo, se cuentan más de quinientos
cante grande, cante jondo, con propiedad lo nombremos / consciente que no es de masas, ni para cualquier momento, como toda ceremonia necesita poso y tiempo, especial concentración, concentración y silencio
Y como pasa el tiempo, el tiempo es hoy los años que han pasado, los que quedan / la andadura de alguien que empezaba desde niño un camino ya sin vuelta
un camino de arte, en aquellos años de poca comprensión de sus esencias
pero como tan claro lo tenía, nunca dudó en andarlo, piedra a piedra, porque era su vida
amaba el cante más que todo, y le mereció la pena el dedicarle sus mejores horas,
este homenaje en Palma es la prueba de ello.
Y el reconocimiento de los pocos que distinguen el trigo de la avena, o lo que son las voces de los ecos como Antonio Machado nos dijera.
Todos los sentimientos que la vida al ser humano dan como experiencia / y en su fondo de infancia y juventud Lebrija siempre como referencia.