El libro Los Gitanos Flamencos, que estaba descatalogado, se reedita con portada e ilustraciones nuevas de Antonino Parrilla
Un homenaje a Pedro Peña Fernández, cuando no hace un año que se fue para siempre, tenía que ser cantado: una mesa redonda, celebrada en el marco de la 59 edición de la Caracolá Lebrijana, in memoriam del ilustre “gitano y lebrijano” que en su último poema le escribió a “Mi Lebrija amada”.
Su hijo, el productor y guitarrista flamenco, Pedro María Peña, superado por la emoción, se encargó de anunciar con agradecimientos al Ayuntamiento de Lebrija, la reedición del libro Los Gitanos Flamencos, que se encontraba descatalogado y que vuelve a las librerías con portada e ilustraciones nuevas de Antonino Parrilla. Un libro en el que Pedro Peña cuenta desde la experiencia, los orígenes y la identidad del cante gitano y que “desmonta teorías peregrinas”, según su hijo, “intencionadas, con argumentos contradictorios y sin base científica, que niegan la evidencia”.
Los integrantes de la mesa redonda, moderada pro el periodista Alfonso García, contaron no solo anécdotas junto a Pedro Peña, sino verdaderas enseñanzas de vida junto a un artista que defendió a lo largo de su carrera profesional y de sus vivencias personales, la singularidad y riqueza del flamenco desde múltiples perspectivas.
Uno de los discursos más personales, cercanos y sinceros fue el de su hijo David Peña Dorantes, afamado pianista flamenco, que habló de “la sutileza y la delicadeza” con la que su padre entendía e interpretaba el flamenco. Insistió en la herencia dejada por su padre, ya que “nosotros entendemos la música como lenguaje” e independientemente de dedicarse al flamenco de forma profesional, “los cinco hermanos somos músicos”.
Los apellidos Peña y Trujillo están unidos en Lebrija por lazos afectivos y familiares. Maru Trujillo, la menor de la saga, ha contado en la mesa redonda cómo el conocimiento de los Peña y los momentos vividos (la alegría y el respeto) la han formado como persona (“Todo un mundo que está ahí dentro de mí y que tiene mucho que ver con lo que hoy soy”), y cómo se siente “orgullosa de pertenecer a su Lebrija amada”.
El periodista Joaquín López Bustamante, que conduce el programa de RNE Gitanos, destacó el lado combativo de Pedro Peña Fernández, “pionero en el compromiso asociativo y sabedor de que en las aulas está el futuro de una sociedad”. En definitiva, “un gitano bueno” que defendió en lo teórico y en la práctica “lo andaluz y lo gitano” como identidad.
El antropólogo Iván Periáñez hizo coincidir muchas de sus teorías con los argumentos del libro, ya que “como se come y como se vive, así se canta”, en referencia a los orígenes gitanos del flamenco. Es una música “que habla de nuestros dolores y de nuestras resistencias” y este libro tiene gran importancia, porque está escrito por un gitano flamenco desde su experiencia, cuando hasta ahora siempre “se ha hablado de nosotros pero sin nosotros”, apostilló Periáñez.
La mesa redonda fue intercalando la parte musical con el debate. Así, se fueron sucediendo los temas compuestos y relacionados con Pedro Peña, en el cante de su nieto Pedro Peña y de Manuela del Moya. En una parte dirigida artísticamente por su hijo Pedro María Peña, que también interpretaba la guitarra, y en la que acompañaban al violín Leslie Jordan, y a la percusión David Aguilera.
El cantaor de Jerez, amigo íntimo del homenajeado, Luis el Zambo, contó varias anécdotas junto a Tía Anica la Piriñaca y otros cantaores de una época en la que se valoraba sumamente el saber escuchar. Y se lanzó a unas letritas por soleá en honor a su amigo desaparecido. El momento sublime lo puso el cantaor lebrijano José Valencia, que acompañado de la guitarra de Pedro María Peña, interpretó un poema inédito de Pedro Peña por romances, de manera absolutamente emotiva.