Así explica el cantaor lebrijano el trabajo de estudio e investigación que le ha llevado a cada uno de los cantes

A nosotros nos gusta hablar de los cantes, porque cada cante tiene su compás, su tonalidad, su cadencia. pero también tiene detrás una historia, la memoria viva del pueblo gitano que ha forjado esa manera de cantar. José Valencia nos comenta, en el #podcast El Callejón del Duende publicado el pasado 8 de abril, algunos de los cantes que forman parte de su «Estudio sobre los cantes de Lebrija». Entre cante y cante nos dice los siguientes comentarios:
LA SOLEÁ
José Valencia: «Estamos hablando de una zona creadora de cante y de formas, de cantes básicos. Por ejemplo esa soleá al golpe de mi espectáculo, un descubrimiento que hice cuando empecé a meterme a fondo en el estudio sobre los cantes, me lo dio a descubrir Pedro Peña, recientemente fallecido, de un gitano que le decían Capacho, al parecer un hombre soltero que vivía en el Asilo, y lo grabaron en su casa un día de fiesta. Tengo la suerte de tener esa grabación y a partir de ahí empiezo a indagar, a preguntar a otras gentes. Hay que tener mucho cuidado a la hora de decir que esto es de fulano o mengano, hay que informarse de que eso es así realmente. Vas cogiendo pistas, hablando con gente. Son cosas que uno va analizando, y esto es un ejemplo de última hora.
La manera de cantar en Lebrija es muy viva, está continuamente transformándose en las voces de la gente. En sí, el cante de Lebrija sigue estando en constante transformación sin perder la forma. Por eso hay que tomárselo con calma. Hay cambios abismales, como la cantiña que cantaba Fernanda, como la parte de Miguel, que es otra manera de cantar, teniendo la misma estructura o melodía. O por ejemplo, la soleá de Juaniquín, que se transforma en una soleá de Lebrija a través de Bastián Bacán, que es el heredero más directo que tenemos de Juaniquín. Parte de su soleá se introduce de tal manera que se convierte en una soleá de Lebrija. Juaniquín es de Jerez pero vive toda su vida en una barriada que era El Cuervo, y los lebrijanos se apropian de esa soleá, en concreto Bastián y su familia, Fernanda la Vieja, que son los que heredan la soleá y la hacen propia. Y además, esa soleá es la banda sonora de nuestra vida.
Todas las soleás son buenas. Porque estamos hablando de un cante tan sobrio y tan sencillo, que como intentes florearlo un poco, ya se convierte en una canción. En el flamenco hablamos de cante. La soleá es muy sobria y rítmicamente tiene una medida muy difícil, en cuanto la adornas más de la cuenta ya estás fuera de la cuadratura rítmica y la intención la has perdido. Mario Maya decía algo que a mí me gustaba mucho: «la difícil sencillez de las cosas».
LOS TIENTOS
José Valencia: «Estos tientos son una composición de Manuel de Paula que hizo con Pedro Bacán por los años 70, con la letra original que él le hizo, letras de Antonio Atienza, ya fallecido… y de esto estamos hablando precisamente, esto es una muestra de la evolución. Cómo los artistas crean a partir del conocimiento. Y yo recuerdo más joven, ya profesional, que me quedaba con mi tío Manuel en Sevilla, nos veíamos, hablábamos, cantábamos, me corregía… y trabajando con Juan (Peña El Lebrijano), con Pedro Bacán, que en paz descanse, con Concha (Vargas) que también coincidí mucho, y siempre estábamos hablando de los cantes, y eso te enseña tanto, que si encima tienes la facilidad de poder desarrollarlo, pues salen cosas como ésta. En la Bienal, lo que hice fue mezclar esos tientos, la forma de Manuel, con la de otro creador como fue Juan Peña El Lebrijano. Un cante muy difícil, rítmico, que no es libre, con una cuadratura complicada a la hora de cantar. Esa es la evolución natural de las cosas.
Lebrija no es solo tradición, Lebrija es vanguardia. Los primeros que meten el flamenco en el teatro son los lebrijanos. Con Juan Bernabé, que se basa en el cante para contar la historia. Y los artistas de aquí han mantenido ese contacto con el teatro. La teatralización de las cosas, el trabajo con gente tan variopinta como Antonio Gades, Mario Maya. Yo en mi caso con Miguel Narro, que era un gran director de teatro, o con los Ulen… o lo último que he hecho con José Luis Castro… aprendes con actores, y eso ayuda a que tu creación sea más abierta. La tradición hay que conservarla, pero también hay que mirar que los artistas de Lebrija han creado cosas que también tienen que estar presentes».
LAS CANTIÑAS DE PININI
José Valencia: «Son las letras que conocemos de la tierra. No sé si serán de Lebrija, son del pueblo, de la gente. Son letras habladas. Hay una diferencia entre las letras escritas por los poetas y las letras hechas por personas, que en su mayoría no saben ni leer ni escribir. Yo les digo las letras habladas. Hablan de la vida cotidiana, de la vida real, de la dureza, de la alegría, de todo lo que conlleva el trabajo diario, de la subsistencia, de las persecuciones, de los nacimientos, de los desengaños…
Sobre las cantiñas que acabamos de escuchar, como decía la abuela de Miguel Funi, «son alegrías que mi padre las hacía diferentes». Ellos son los creadores y lo pueden poner como quieran. Y además muy acertado, con una riqueza musical y un concepto rítmico, que dentro de la cuadratura del 3×4 no tiene nada que ver son las alegrías, más parecen unas bulerías al golpe, o como si estuviera cantando el romance más que otra cosa».
LOS TANGOS DE ANA LA CANECA
José Valencia: «Estos tangos son de la madre de Manuel de Paula. Unos tangos que a Manuel le gustaban mucho. Que cuando íbamos a su casa a la calle Reyes Católicos, iba también su hermano el Loro que en paz descanse, visitábamos a la familia, y siempre le pedíamos estos tangos. ¿Cómo haces estos tangos, cómo son? Cantaba así, de esta forma tan particular. Rítmicamente, si te pones a medirlos, parece que va en contra, como si estuvieran fuera de tiempo siempre, van asincopaos. Son unos tangos que cantaba Ana la Caneca, mira que Lebrija no es un pueblo tanguero. Lebrija es más de compases ternarios, de 3×4, de 6×8, compases de tres tiempos, no son compases binarios. Nunca se ha cantado por tangos. Se ha cantado por soleá, por bulerías, por seguiriyas, por debla… Además estos tangos parecen como un juego, y hay que rescatar todas estas cosas. Como los fandangos de El Mellizo, que son unos fandangos por soleá muy personales, muy originales. Es la constante búsqueda y lucha. O lo cantes de Jarina, que se conocen a través de la Cabrillera. Conocía a tía Luisa, o a través del Farrirri que era su sobrino. O la manera de cantar que tenía Bastián el Pichi.
Como el cante está vivo, pues constantemente está autocreándose. Además una música que todavía no está adulterada o acancionada. En Lebrija no se aconciaona. De hecho, en el momento en que te pones más acancionado, ya te dicen que qué estás haciendo. Una cosa muy lógica de aquí. O incluso salir a bailar, como te equivoques te dicen que para qué sales. Así es como estamos criados. Mucha exigencia. Pero bueno, la exigencia está bien. Hay que exigir, no hay que agobiar y si no te sale bien a la primera, a la cuarta. Lo malo no es equivocarse, es estancarse. Si necesitas diez veces, no pasa nada, pero yo te voy a exigir que lo hagas bien aunque sea a las diez veces».
LA SEGUIRIYA
José Valencia: «La seguiriya es uno de los cantes fundamentales, aunque si me dan a elegir yo me quedo con la soleá. En Lebrija hay una seguiriya que es muy particular que ahora conoce mucha gente, pero que antes no conocía nadie. Que es la que hace Bastián (Bacán) que es una creación propia maravillosa. Tenemos una seguiriya de Lebrija muy buena. En las comidillas se habla, quieren saber. Yo me he llevado media vida para intentar hacerla medio en condiciones. No es una seguiriya muy habitual. Es marca de la casa».
FIESTA POR BULERÍAS
José Valencia: «Pienso y creo que la fiesta gitana debería seguir siendo un misterio, y que no se estudiara. Es que hay cosas que no se pueden estudiar. Los cantes sí, pero eso surge o no surge. Aunque haya un rito ceremonial, porque todo lo divino tiene un rito ceremonial, y el cante es divino para mí. Aunque tenga una ceremonia, que es lo que te engancha, cómo empieza, cómo deriva, dónde acaba… si nos ponemos a analizar el misterio… al final destrozamos el propio misterio y perdemos la magia que tiene eso. Surge cuando ese duende quiere, no cuando tú quieres. Cuando surge esa parte divina, que es la que te hace meterte. El alcohol también ayuda un poco. El ambiente, la felicidad, la convivencia de varias generaciones. Y ahí entra la bulería, y viene la fiesta, pero tiene que ser de verdad, no montada. Eso no es una fiesta, canto yo, canta el otro y ya está. Pero eso no es la verdadera fiesta gitana. No se pueden montar las cosas, el arte viene cuando él quiere, no cuando tú quieres. Lo provocas, lo fuerzas con el trabajo, pero viene cuando quiere. Vamos a dejar el misterio ahí».