La Asociación Cultural “Juan Bernabé” presenta en Lebrija el libro sobre el Teatro Lebrijano escrito por el periodista Raúl Limón
La historia del Teatro Lebrijano es también la historia de Andalucía. Una historia situada en los últimos años de la dictadura y que una vez más le da voz a los silenciados. Una historia sobre unos años de lucha, la historia del despertar de la conciencia.
En primer lugar, me gustaría destacar que me he sentido como nunca antes muy cerca de la figura de Juan Bernabé. Aunque la celebración del 50 aniversario del Teatro Lebrijano ha tenido muchos y muy buenos momentos de acercamiento a la figura de este lebrijano ilustre, leyendo este libro teatro lebrijano, 1966: un despertar de la conciencia, he entendido y admirado mucho más la figura de Juan Bernabé, lo que pensaba, lo que sentía, su concepción del teatro, sus luchas internas e incluso su lucha contra la enfermedad… y es que la gran labor recopilatoria y documental que ha llevado a cabo el autor del libro, el periodista Raúl Limón, hace que en algunas ocasiones el libro esté narrado prácticamente en primera persona, la de Juan. Argumentos exclusivos para los que no hemos tenido ocasión de leer los escritos de Juan Bernabé, muy numerosos y de gran calidad literaria, celosamente guardados en el Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía.
Aspectos sobre cómo empezó este grupo de jóvenes a hacer teatro, con un interés casi apostólico; la dimensión que alcanzó esta tarea con el montaje de Oratorio, montaje decisivo que hizo que las consecuencias fueran grandes; el debate sobre la lucha teórica o la lucha real, sobre la profesionalización del grupo, todos estos aspectos de gran importancia en boca y con los argumentos de Juan Bernabé.
El orden cronológico se agradece en el libro para la mejor comprensión de la historia del Teatro Lebrijano. El contexto en el que se desarrolló esta experiencia teatral, el contexto en una Andalucía rural de lucha obrera y el contexto teatral, durante la incipiente labor de los grupos de teatro independiente. La exhaustiva enumeración de las obras que montó el grupo de Teatro Lebrijano y, también la aportación de documentos gráficos, la mayoría de ellos fotografías de nuestro gran cronista Mario Fuentes Aguilar, hacen de este libro uno de los principales hitos, uno de los propósitos principales, de la celebración del 50 aniversario del Teatro Lebrijano.
Los mejores momentos del 50 Aniversario
Así hilo con la segunda parte del libro. Se trata de una recopilación de entrevistas llevadas a cabo por el también periodista Alfonso García, a una serie de personajes que completan la historia.
Entrevistas a sus compañeros, a los coetáneos de Juan Bernabé, a los jóvenes que lo acompañaron, hoy activistas jubilados, que nos han hecho emocionarnos con su determinación y su empeño por conmemorar esta fecha. Yo tenía pensado enumerar las decenas de actividades que se han organizado para la conmemoración del cincuentenario, pero las tenéis todas a modo de crónica en la web LebrijaFlamenca.com. Así que prefiero destacar los mejores momentos. Y para mí una de las mejores cosas que nos ha traído este cincuentenario ha sido escuchar a los viejos actores recitar, para mí por primera vez, para otros volverlos a escuchar, los textos de Oratorio, a Ángela, a Pilar, a Francis… en la inauguración de la Exposición El compromiso de un pueblo (que sigue itinerante por los pueblos de la provincia de Sevilla, por cierto) y en esa lectura dramatizada que hicimos en El Cuervo, a Pepe, a Manolo Gómez,… cómo demostraron que el teatro les corre por las venas.
En las entrevistas del libro también hablan destacados dirigentes de la lucha obrera y campesina de aquellos años, como Gonzalo Sánchez “Patota”, el propio Antonio Torres, también actor, o José Chamizo, ellos le dan al libro la dimensión política que no podía faltar. El Teatro Lebrijano fue una pieza fundamental para entender la lucha por las libertades y por la justicia social en plena dictadura. Y con esto llego a otros de los mejores momentos vividos en esta conmemoración del cincuentenario, la mesa redonda celebrada en la Casa de las Cultura donde estamos, dedicada al Teatro Popular, Teatro Campesino. Allí entendí que en Lebrija se vivió el arranque, o el principio, el origen de algo que se hizo muy grande y que desembocó en la autonomía que hoy disfrutamos todos los andaluces. El dirigente ecologista Paco Casero explicó muy bien la gran aportación que hizo Lebrija, con las Comisiones de Jornaleros y la creación del Sindicato de Obreros del campo (SOC) a la conciencia andaluza de la dignidad. Y Antonio Zoido, escritor y antiguo militante del Partido de los Trabajadores, situó a Lebrija en el movimiento anarquista que pedía el reparto de las tierras. El primer ayuntamiento democrático en Lebrija, gobernado por el PTA, fue el primero en hacer listas de empleo comunitario y encabezó las exigencias de la autonomía andaluza. Aprendí que Lebrija fue la vanguardia de Andalucía, aquello ocurrió unos años antes, muy pocos años antes que en el resto de Andalucía, unas milésimas de segundos antes en el devenir de la historia, pero unos segundos decisivos para la conformación de nuestra identidad.
Hubo otra mesa redonda de gran altura, la dedicada al Teatro Independiente, Teatro Universitario, y en el libro aparecen entrevistas a los principales creadores como son Juan Margallo, Jerónimo López Mozo, José Luis Castro o Chus Cantero. Una oportunidad de oro escuchar a López Mozo relatar de primera persona las adversidades vividas en Madrid con Juan Bernabé y también su fascinación por el personaje que todavía hoy le dura.
Me queda mi mejor momento flamenco. El Teatro Lebrijano acercó por primera vez el flamenco al lenguaje escénico del teatro. Juan Bernabé, con la sabia recomendación del dramaturgo Pepe Monleón, metió el flamenco en escena como parte del drama. Oratorio no hubiera sido lo mismo sin el flamenco y el legado del lebrijano también hubiera sido diferente. La fructífera carrera profesional de Salvador Távora, que también es entrevistado en el libro, es parte de ese legado por la parte más teatral. Por la parte flamenca, déjenme que haga mención de un jovencísmo Manuel de Paula en aquellos años, pero que después maduró con esa conciencia y que supo llevar a escena montajes escénicos de gran envergadura con el flamenco como hilo argumental, relacionándose profesionalmente con el mismo Pepe Monleón. Pues bien, mi mejor momento flamenco llega con el montaje magistral de José Valencia de una serie de textos escritos por poetas y poetisas gitanas europeos, reunidos en el espectáculo Gilá, que se ha estrenado con ocasión del 50 aniversario y que nos representaría con legitimidad en cualquier lugar del mundo.
Y por último, en las entrevistas del libro también hablan los que siguieron con el legado teatral de Juan Bernabé. Miembros de la segunda y tercera etapa del teatro lebrijano, como Bene, Maica, Benito Zambrano o el Andri, que son la historia viva del teatro en Lebrija. Y con esto llego a mi último mejor momento del cincuentenario, los momentos más participativos, aquellos en los que han colaborado los más jóvenes y los que demuestran que se sembró la semilla y que el árbol sigue dando sus frutos. El día en que reproducimos la histórica fotografía de Mario Fuentes, nos apropiamos de la imagen, como se dice hoy, para traerla a nuestros días y para hacer otra creatividad diferente, el cartel que anunciaba la reposición de Oratorio por parte del grupo de jóvenes actores y después para una escena del documental Más allá del escenario que se estrenó en el festival de cine europeo. La reposición de Oratorio en el patio de Ajudisle nos impresionó sobremanera, cuánta verdad en esos textos y qué contemporáneos pueden llegar a ser. Y el maratón de teatro en la plaza, después de una intensa actividad creadora en la Casa de la Cultura, fue una verdadera lección de teatro en la calle y un testimonio vivo de que la lucha continúa.
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