El baile flamenco ocupa la Plaza del Hospitalillo con la colaboración de Antonio Peña al cante e Inés Romero a la guitarra
REPORTAJE FOTOGRÁFICO de los distintos niveles y edades de los grupos de baile flamenco de la Casa de la Cultura.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO de los distintos niveles y edades de los grupos de baile flamenco de la Casa de la Cultura.
Ya bien entrado el siglo XXI, el mundo del flamenco reconoce las trayectorias de tres maestros: el cantaor lebrijano Manuel de Paula; el cantaor jerezano Vicente Soto Sordera y el guitarrista madrileño Víctor Monge Serranito, los tres indiscutibles figuras que han desarrollado sus carreras mayoritariamente en el siglo pasado.
El periodista Joaquín López Bustamante conduce la ceremonia, organizada por la Asociación Flamenco Siglo XXI como cierre final a un seminario celebrado en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS) durante los días 24 y 25 de mayo de este 2024: «El flamenco se proyecta hacia el siglo XXI cimentado en su historia y reconociendo a quienes nos precedieron y forjaron la transmisión y la evolución de un arte que ya es universal». Las letritas por soleá dedicadas a los maestros galardonados son de López Bustamante, que es autor además del libro La puerta entorná.
Historia viva del flamenco. Lebrija es uno de los epicentros del flamenco. Manuel no tiene un árbol genealógico, tiene un bosque genealógico. Pertenece a una dinastía lebrijana en la que encontramos a su madre Ana Carrasco, a su padre Manuel el Caneco, a su primo Curro Malena, a su tía-abuela Antonia Pozo o a su abuela La Rumbilla, Y si escarbamos llegaríamos probablemente a los albores del flamenco de la Baja Andalucía.
Manuel de Paula no se ha conformado solo con la tradición, sino que partiendo de ese conocimiento y de la cultura de la sangre, ha llevado a cabo una búsqueda persona y artística, porque si grande es su poso más grande ha sido su horizonte. Triunfó en los festivales, tiene numerosos trabajos discográficos… el bailaor Mario Maya lo incorpora a su compañía, donde giró por teatros de todo el mundo. Fue fraguando espectáculos como Chachipén, El Patio de la Rumbilla, Majarí Calí o Nómadas del Camino. Ha sabido poner al día y renovar las esencias flamencas más tradicionales a través de la ejecución teatral. Fue protagonista del llamado nuevo teatro flamenco andaluz.
Su amplia experiencia, su sentido del compás, su voz flamenca, sus conocimientos cantaores, la conservación de la expresión, de las raíces, son motivos sobrados para ser considerado una referencia ineludible de la historia del flamenco. En el acto, le hizo entrega del premio el director técnico del CICUS, Domingo González.
Cante que nos ha dolío la voz de Manuel de Paula un eco de oro molío.Seguidamente, recibieron el mismo galardón Vicente Sordo Sordera, depositorio actual de uno de los más importantes legados de la historia del flamenco. López Bustamante se refirió a sus primeros años en los tablaos de Madrid y los años que cantó para las mejores bailaoras. Cantaor muy largo «no hay estilo flamenco que no haya grabado», destacó una de las aportaciones más relevantes, sus adaptaciones de textos de poetas como Pessoa, Bergamín, José Hierro y Caballero Bonald.
Le entrega la placa a Vicente Sordera el presidente de la asociación Presencia Gitana, Fabián Sánchez.
Es pasado y es presente para el tiempo una mijita que canta el primo Vicente.Y Víctor Monge Serranito, guitarrista y compositor. Genialidad y fecundidad creativa, es historia y leyenda de la guitarra española. Técnica virtuosa, musicalidad y genialidad, ha llevado el flamenco a todos los rincones del mundo. Ha engrandecido la guitarra de concierto y tiene 20 trabajos discográficos y lleva 70 años tocando al guitarra. Para la historia quedan sus grabaciones con el cantaor Gabriel Moreno. Ha añadido emoción a su técnica, a su sentido armónico y a su calidad compositiva.
Le entrega la placa el presidente de la Asociación Flamenco Siglo XXI, Pedro María Peña.
La fuerza de la experiencia, de parte de las cantaoras Inés Bacán y Esperanza Fernández, y la bailaora Pepa Montes. La fuerza de la juventud, de parte de la cantaora Manuela, la guitarrista Lucía Vallecillo, la flamencóloga María Salinas, todas ellas estudiantes del Conservatorio Superior de Música de Córdoba, y la joven bailaora Lucía Benavides.
Un encuentro intergeneracional que se ha desarrollado en Utrera gracias a la organización de la Asociación «El compás que nos une» y la colaboración del Ayuntamiento de Utrera. Lo primero, gracias a la organización por contar con LebrijaFlamenca.com (Araceli Pardal) para moderar el debate. No fue fácil. Primero porque éramos muchas de generaciones bastante lejanas, y también porque el tiempo para el cante, el baile o el toque estaba previsto en el título (¿te lo cuento o te lo canto?), pero como todo en el arte flamenco, si se quiere auténtico, se tenía que dejar a la improvisación.
Nada más conocer a las artistas más jóvenes me di cuenta de que traen las cosas muy claras y sabían muy bien a lo que se quieren dedicar, con todo el respeto al flamenco más puro. La juventud y el riesgo como carta de presentación. La guitarrista Lucía Vallecillo sacó las primeras risas, cuando contó los buenos ratos que se echan en Córdoba (fuera de clases) las que coinciden en el Conservatorio en clases de cante, guitarra y flamencología. La guitarra flamenca es un mundo de hombres y, a pesar de los estereotipos vigentes y de haber hecho los primeros cursos de cante, ella ha optado por lo que más le gusta que es la guitarra flamenca. Nos deleitó con un solo por soleá para abrir boca.
Manuela es hija de artistas. Le acompaña el flamenco desde niña y la formación la ha recibido en su casa, y ahora en el Conservatorio de Córdoba. Aún está definiendo incluso su nombre artístico pero ya ha montado su propio espectáculo estrenado este año en el Tacón de Utrera. Nos contó cómo Utrera le ha dado múltiples oportunidades y nos demostró que sus incursiones en otras músicas no la separan del flamenco concebido en su estado más auténtico. Con la interpretación de La Llorona nos puso a todas los vellitos de punta.
La más joven es Lucía Benavides, que con sus 16 años ya es más que conocida gracias a la televisión y las redes sociales. Lucía se mueve bien en el mundo de la moda, de la publicidad y de las nuevas tecnologías. Se ha formado con grandes maestras del baile y aspira a entrar en una buena compañía. También tuvo su momento de su pataíta, gracias al acompañamiento de las compañeras al cante y el toque por bulerías. María Salinas dejó una muestra de sus trabajos de investigación en el flamenco, con unas líneas sobre el papel de la mujer en el flamenco.
Con la segunda mitad de las artistas invitadas llegaron las palabras mayores. Mujeres con amplia experiencia profesional y vivencias familiares que las han definido como artistas. La bailaora Pepa Montes ha vivido tres épocas del flamenco, la época dorada con los pioneros, la suya propia de grandes nombres y la contemporánea. Su gran carrera profesional, con numerosas participaciones en la Bienal de Sevilla y otros festivales, la puso en una encrucijada entre su vida laboral y la personal.
La cantaora Inés Bacán, aunque venía de Lebrija, se sentía como en casa. Contó experiencias vitales con su amplia familia de los Pinini, privilegiada en el mundo del cante gitano. Muchos de ellos cantaban de forma profesional o amateur, y todos ellos lo hacían de manera diferente. Inés de la rama de los Bacanes, es única y lo demostró entonando unos magníficos fandangos por soleá, que se atrevió a acompañar Lucía Vallecillo.
La cantaora Esperanza Fernández se encontraba con los sentimientos a flor de piel. Se cumplían dos años de la partida de su madre, la gran Pepa Vargas, y el delicado estado de salud de su padre marcaron su intervención. Su gran profesionalidad la hizo reaccionar y escogió un poema de la premio Nobel chilena Gabriela Mistral para colaborar con su arte. Nos contó valiosas experiencias con su madre para ilustrar el papel de la mujer en la transmisión del flamenco. Finalmente, se cerró el acto como apetecía, con unos minutitos con Pepa Montes al baile, Esperanza Fernández y Manuela al cante, y el resto acompañando a compás por bulerías.
Faltó quizás el debate intergeneracional en cuanto a la dialéctica se refiere. Pero se dio sobradamente en el plano artístico. Me quedo con varios momentazos en los que las mujeres de ambas generaciones se relacionaron emocionalmente. La estudiante de flamencología María Salinas, presentó con respeto a Esperanza Fernández. Ésta se emocionó hasta las lágrimas con el cante de Manuela. La guitarra de Lucía Vallecillo se atrevió a acompañar a Inés Bacán por fandangos por soleá, Pepa Montes lanzó sabios consejos a Lucía Benavides (yo le bailo al cante y me ha ido muy bien) y todas, sin excepción, rieron y acompañaron al compás de las palmas el arte que se derramó sobre el escenario.