El documental ALGO SALVAJE de Paco Ortiz se estrenó en el #SEFF Festival de Cine de Sevilla con un llenazo de público
Lo primero que te dan ganas, nada más salir del estreno de Algo Salvaje. La Historia de Bambino en el Festival de Cine de Sevilla, es de irte al Jueves y buscar entre sus puestos de antiguallas el vinilo de Soy lo Prohibido, el mejor de los discos de Bambino producido por Gonzalo García Pelayo, presente en la sala y en el coloquio posterior a la proyección del documental en un abarrotado Teatro Alameda. Bambino el artista supera el documental. La banda sonora es su primer aval.
Lo segundo que te apetece hacer, es irte a dar una vuelta por la localidad natal de Miguel Vargas Jiménez “Bambino”, donde el artista plástico Man-o-matic (Adrián Pérez Vázquez) ha plasmado su rostro en un mural en la pared en la barriada de El Tinte. Visita obligada a los que vamos a Utrera a respirar el flamenco en sus calles. Una idea de Bambino más cerca de la modernidad que representaba que una simple estatua. Y como pocas veces ocurre, un reconocimiento a la periferia, como territorio fundamental del flamenco. En lo físico y también en el universo que creó el propio Bambino.
La tercera cosa que se te pasa por la cabeza, es llamar a las amigas Cristina Cruces y Silvia Cruz Lapeña para felicitarlas. El documental está pleno de testimonios y estos dos son muy destacables. La primera antropóloga social, nos cuenta desde Sevilla gran cantidad de documentación, cargada de hechos trascendentes y anécdotas entrañables. La segunda periodista, escoge desde Barcelona las palabras precisas y nos acerca al universo emocional de Bambino. ¡Olé las dos!
La vida de Bambino está plagada de éxitos y de fracasos. Se fue a Madrid siendo prácticamente un niño de la mano de Juan Peña El Lebrijano, entre otros artistas que habían convertido la capital en un gran hogar para los flamencos. En los primeros años se relacionó con los más grandes artistas del flamenco y fue puliendo su estilo personal. Cantaba coplas, boleros, rancheras metidas por rumba, sin dejar de ser flamenco. Su dominio del compás lo diferenciaba de otros cantantes de la época. Llevó a las mejores salas de fiesta de Madrid y Barcelona su combo flamenco. Su poderío y magnetismo fueron insuperables. Era capaz de llevar una letra al límite y su nivel de creatividad e interpretación arrastró a una legión de seguidores.
Sin embargo, Bambino no fue suficientemente reconocido ni valorado. Como otros artistas en su mayoría gitanos, aunque su genialidad no se pone en duda, no alcanzó el prime time como otros de su generación. Quizás fue porque el mundo en el que se movía también se venía abajo. Quizás porque no contó hasta demasiado tarde con una buena productora. Quizás porque estaba más cómodo él mismo en ese territorio limítrofe difícil de homologar en las casas de vecino.
Lo cierto es que Miguel Vargas Jiménez viajó a Madrid para ser Bambino. Y como dijo su sobrino Manuel de Angustias en nombre de la familia, volvió a Utrera en un viaje de ida y vuelta para ser Miguel. Los últimos años de su vida los pasó entre amigos y familiares, jugando a las cartas en su localidad natal. Y como bien refleja el documental, siendo un hombre cargado de bondad que ofreció su vida por el arte.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO ESTRENO ALGO SALVAJE EN EL #SEFF
El estreno de ALGO SALVAJE reunió a muy diferentes personas en torno a la figura de Bambino: el director de la película, Paco Ortiz; productor, actores del documental, programadores del #SEFF; responsables municipales del Ayuntamiento de Utrera, aficionados de Lebrija, el cantaor Manuel de Angustias, el director de cine, García – Pelayo y muchos más. Echamos de menos en el documental y en la fiesta a la gran Maui, que por donde quiera que va lleva el recuerdo de Bambino en su memoria.