MANUEL DE PAULA: reconocimiento a una trayectoria en busca de una expresión personal y comprometida con el arte

La VIII Velá Flamenca rinde homenaje al cantaor de Lebrija Manuel de Paula, que agradece el acto arropado de su familia

Flamenco

VIII VELÁ FLAMENCA 2017_Homenaje a Manuel de Paula

La gran fortuna en cultura que tenemos en Lebrija se debe mucho a los diferentes artistas y aficionados que, con su aportación mediante un valor tan enraizado de nuestra tierra como es el flamenco, hacen que seamos cuna, centro y ventana donde se asoma la nueva generación.

Y uno de estos artistas culpable de esta fortuna es Manuel Valencia Vargas para fuera y Manuel de Paula para dentro, bonita comunión entre dos barros, así defino a este cantaor cabal y errante como la raíz de su sangre, donde Lebrija pellizcó su honda para que paseara por las habitaciones del flamenco más oscuras y trágicas.

Pertenece a una familia flamenca lebrijana de jornaleros del campo, su padre Manuel Valencia ¨el C aneco¨ y su madre Ana Carrasco, donde su niñez estuvo enredada entre las luces y sombras de aquellos cortijos y gañanías donde, y es opinión personal, su cante se resume en esa frase que inmortalizó esa enciclopedia flamenca que es Antonio Mairena: ¨la pureza del cante es el sabor al paisaje¨.

Nace en 1956 como el quinto de seis hermanos, donde sus telarañas del cante le reviene de dos casas cantaoras, su abuela materna Josefa Peña ¨la Rumbilla¨ y de su tía abuela Antonia Pozo. No hay que olvidar una escuela muy importante en su vida, Fernanda la Vieja, abuela de Pedro Bacán. Desde niño despuntaba solo con esa manera de escuchar y ver lo que se organizaba en esas grandes reuniones flamencas. Y fue sobre el año 71-72 cuando cantó por primera vez, en la caseta de los gitanos: ¨un niño en la vida y un viejo en la sangre¨.

En sus principios ha sido un aficionado que ha viajado mucho para escuchar y aprender, como por ejemplo a El Portal para escuchar a “La Bolola”. Manuel de Paula tiene muchos referentes donde ha fraguado su peso al sello a la hora de cantar, como esa enciclopedia de Antonio Mairena, ese Príncipe de la Alameda como es Tomás Pavón, El Serna, Mojama o el sombrío genio hispánico, como definió Lorca a La Niña de los Peines. Pero su gran apogeo en ese comienzo fue el concurso de Mairena de aficionado, donde lo ganó, y donde estuvo de jurado Antonio Mairena, cantó por soleá, seguiriyas y bulerías. Pero me cuentan una anécdota de aquel día, me dicen que Mairena venía de enterrar a esa voz enjaretada de cañas del río como es la de Juan Talega, y que Manolito de Paula cantó una letra por seguiriyas que dice así: “Madre mía de mi alma, tengo una pena, esta noche he cantao donde fue figura Juan Talega”. Después de escuchar aquello de aquel niño de entre 14 y 15 años, Antonio pidió una botella de wisky e invitó a Manuel que se quedara allí, ya lo demás lo que pasaría allí dejemos volar nuestra imaginación.

Desde que salió por primera vez estuvo muy arropado por su familia y le dieron toda la libertad para que construyera su camino como cantaor. He aquí una frase de su hermano el mayor José: ¨dejadlo que él sabe lo que hace¨, sabias palabras de un genio, gloria donde esté!!! También esos mano a mano con su madre, Ana Carrasco ¨La Canaria¨, que era su guía y su soporte, y me dicen que la Nochebuena en su casa eran de 24 horas, por los que llegaban y lo que se formaba.

Su primer disco, su gran ilusión, El cante grande de un niño gitano, con las guitarras de Melchor de Marchena y el joven Pedro Bacán. Antonio Murciano en el prólogo del disco hace una biografía de este niño y he cogido esta frase para describirlo: ¨Manuel de Paula es un pequeño milagro moreno de Andalucía¨. A partir de estos  momentos este cantaor empieza a labrarse su metal, empieza a darle voz a su fragua cantaora y a consolidarse en los grandes festivales, a viajar por los rincones del globo, a grabar un gran números de trabajos discográficos: Esta tierra es la mía, Campo Joven, Romance de Manuel Justicia, Azabache… y su último disco fue Como oro en paño, que quizás resume la pureza del pozo hondo de Manuel de Paula.

Otra virtud de este artista es su horizonte interpretativo, desde que un año lo escuchó Mario Maya en la Feria de Sevilla, surgió una simbiosis entre ellos y se llevó 6 años girando por teatros del mundo. De ahí que Manuel ya no se conforma con sus actuaciones a nivel personal, destapa su creación. A la enseñanza de Mario le da alas para tocar el arte escénico vinculado al flamenco ortodoxo y a las representaciones de historias gitanas ante el público. Ejemplo: Chachipén (Verdad en romanó), El Patio de la Rumbilla, Majarí Calí (Virgen Gitana en romanó), An ca Paula.

También hay que dejar renombrado a dos echuras de guitarras flamencas que mucha culpa tuvieron en su trayectoria: Pedro Bacán, una astilla del palo lebrijano a la que pertenece Manuel, y su compadre Manuel de Palma.

Nunca ha sido un artista acomodado a lo tradicional, ha sabido poner al día y renovar la esencia y la pureza más tradicionales, ya sea a través de la interpretación o mediante sus discos y recitales. Siempre asumió el papel como cantaor comprometido con la libertad y con su sangre, desde aquellos años de denuncias y reivindicaciones de los 70 hasta en la actualidad. Y por estos motivos resumidos le damos un reconocimiento a su trayectoria, a su amplia experiencia, sus conocimientos, su personalidad, por ser guardián de la guarida gitana de Lebrija, a su búsqueda de una expresión personal y comprometida con el arte, y me dan razones más que sobradas para considerar a Manuel de Paula lo bien parido y lo bien nacido en primer orden, para ser referencia para muchos y para que no pare de quejarse hasta que su sangre lo mande.

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