Ecce-Homo visita en su Vía Crucis los lugares que lo albergaron antes de llegar a Belén

El Cristo de los Gitanos fue derramando por las calles de Lebrija sus pétalos de clavel aflamencao

Ecce-Homo derramó por los senderos del Vía Crucis de sábado 8 de marzo sus pétalos de clavel aflamencao, junto a la compañía de un gran número de devotos y bajo el rezo  de todas las Hermandades de Lebrija.

Sentí y vi la alegría de un Cristo azotado y coronado con espinas, de un Hijo que deja a su Madre con el MAYOR DOLOR de una pena marcada por sietes puñales, de un hombre que en Lebrija lo veneraron como Cristo de los Gitanos y que sus fieles le nombraron como REY DE LOS GITANOS.

Esa alegría en su rostro se debía a la salida que le hicieron los costaleros de la antigua generación, algunos eran de la cuadrilla de la Virgen, que nunca estuvieron con la del Cristo; era la primera vez, y vaya cómo  lo llevaban! Fontanilla escalichá por el orgullo tan lleno que traía ese Cristo calle abajo, costaleros cabales que predicaron la dulzura de sus lágrimas y la pasión de hermandad.

Se vivieron momentos únicos e imborrables para la eternidad en el solemne recorrido, la entrada en la Iglesia de Jesús, después de Belén esa fue y es su otra veneración. Allí donde dejó su última oración bajo la sombra de aquel olivo sagrado, bajo la mirada de su Madre que ya presentía el roto de su corazón.

Pero los momentos errantes y raciales fueron la entrada en el Patio de los Naranjos, todavía me golpea el pecho cuando lo nakero, sólo la luz de sus faroles alumbraba su felicidad al pasar por su rincón donde estuvo años y años abandonado y en soledad, cubierto de musgos polvorientos y bichos que hondeaban  más en sus heridas. Solo aquella mujer sevillana fue su discípula para venerarlo y decirse “¡míralo bien que hasta bonito tiene los pies!”. Solo Él sabe los años que estuvo allí, dos años salieron en recorrido procesional.

La Parroquia de la Oliva llena cuando EcceHomo llega a sus altares. Hermanos y devotos desbordados por su oración romaní, bajo la mirada de aquella Borriquita celestial que lo llevará a la Iglesia de las Monjas para ponerle dulzura a su cara, más alivio a esas espinas clavadas en su cabeza, más luz de ESTRELLA a su alma bajo la despedida de su Madre .

Sublimé la entrada en las Monjas, de nuevo la antigua generación de costaleros lo llevaron hacia el altar. Mariposas puras de gañanías revoleteaban por encima del Cristo de los Gitanos, romances de capote de Paula murmuraban el humo de incienso. ¡Dios mío de mi alma, ole, ole y ole, a la Gloria con el Rey de los Gitanos en una casa donde estuvo muchísimos años hasta principios de los 80!

Este Vía Crucis será escrito en mayúsculas por el significado que tiene que al cabo de muchos años, Ecce-Homo ha visitado sus antiguas veneraciones. Donde solo la Iglesia de la Monjas sabe el sabor de aquellas capas españolas que salían en el recorrido y donde allí se inmortalizó. Y tanta historia romaní que aquel tiempo no se comprendía tanto como ahora, que se rezaba diferente… ¡En Lebrija tenemos un estribillo que cantan los gitanos!

La ZAMBOMBA FLAMENCA llenó el teatro e hizo su donativo a los enfermos de cáncer

José Valencia se hizo dueño del espectáculo con sus tres villancicos y su fin de fiestas por bulerías

Zambomba Flamenca

ZAMBOMBA FLAMENCA 2013_José Valencia y Currito Malena a la guitarra.

Y llegó el señor de “Solo flamenco” con su trilogía villanciquera en renos errantes y dejó  un titular de la Zambomba: “el teatro se ha alborotao porque José Valencia ha cantao“.

Pasadas las 10 de la noche se le dió acomodo a la XXI Zambomba Flamenca en un lugar prestigioso y de mucho respeto: el Teatro Municipal “Juan Bernabé”.

Luces apagadas y silencio como dueño de las 300 butacas ocupadas para el abrir de esas cortinas rojas parda y así dar paso al elenco de artistas. Acanasterao era el color y lleno de humildad era el canto de Campanilleros de la Aurora para partir la frialdad de ser los primeros en salir. Grupo típico por excelencia y con un repertorio amplio, con diferentes colores de voces, es un espejo acanasterao de la zambomba.

Llega el turno de la cenienta del flamenco. Cuando agita su varita Anabel Valencia, no hay brazo de butaca sin el pellizco del público. Con esas duquelas de futura mamá y con el malestar de una voz griposa, expresó con ímpetu su sentimiento racial en villancicos y bulerías. Su escena es magia… Si llega a estar bien, los cimientos del teatro tiemblan. Es un cuento de hada su cantar.

Llegó después la que dirigió a uno de los mejores coros, el de Los Canasteros, ganadora del “Tú sí que vales”. Es una de las habituales en este evento: Rosa Quiñones se montó en el escenario con la guitarra de Luis Carrasco para deleitarnos con un villancico y por bulerías. Se le notó fría, ha tenido mejores actuaciones.

Le tocó el turno a otra  cuna flamenca, la de Utrera, que trajo a Lebrija la Pascua con sonatas diversas y con un toque de guitarra joven y con proyección, Pitín hijo. Venían de otro lugar de ofrecer su repertorio y quizás se les notó cansados y sin la chispa de otros años, pero la voluntad de estar y poner su granito para la hermandad deja la actuación sin color. El año que viene dios dirá.

Había este año una frialdad escénica  que nunca ha habido. En  otras ediciones la hoguera del escenario era más rompedora. Pero lo mejor: que se ha escrito otro año más y seguir con el peso de la 22 para el año que viene.

Después del descanso y sobre las 12 y media de la noche aproximadamente, se subió una mujer que lleva  lo ortodoxo del flamenco por bandera. Por Lebrija mece su cuna a lamento de Navidad y por fiesta, Juana Vargas con la guitarra de un discípulo de Bacán, Antonio Moya, le echó casta a esa frialdad rara que corría entre cortina y cortina .

Uno de los privilegios de este espectáculo es contar con la juventud flamenca de Lebrija. Lo innato, lo poco escuchado, surgió hace 21 años y sigue haciéndolo a los mismos años. Se subió un grupo de jóvenes con colores diferentes de Navidad. Al toque dos guitarras de metal, nieto y sobrino de Curro Malena, Curro y Luis, voces de mujeres de Las Cabezas, coros de nuestra Lebrija y percusión de Manuel Hidalgo. Sonó muy diferente , bonito y llamativ , muy bien trabajado; y para acabar un fin de fiesta de arte.

Salen los dos presentadores para dar paso al siguiente grupo, Fernanda Carrasco y su gente. Abrieron con diferentes villancicos, uno de ellos interpretado por Fernanda con un clarinete, solemne momento, quizás un juego de luces faltó; Raquel Zapico con su maestría en el escenario puso su granito a la Navidad y el carismático Antonio Peña puso en los mimbres de esta zambomba el compás para llevarse a los asistentes a su cesto.

Eran más de las 2 de la mañana del sábado cuando apareció la mina sonora de José Valencia. Venía de otra actuación, pero su devoción por su hermandad hizo que estuviera en esta edición y vaya cómo estuvo! Rezó su plegaria como el Papa. ”Solo flamenco” paró el tiempo con su escena, no funcionaban las agujas del reloj, se quedaron clavadas en aquellas butacas. José se hizo dueño del teatro con sus tres villancicos y su fin de fiesta. Dejó en la 21 zambomba el porqué del premio a su disco ortodoxo, el porqué  su nombre se escribe en mayúscula en este mundo tan bonito y tan difícil, desafío a la frialdad del escenario y le ganó con su cesto lleno de remedio p’a to los males. ¡Ole tú! ¡Grande!

Las tres acabaron de dar en el reloj  de nuestra torre cuando se le puso llave a esta edición. Segundo año consecutivo donde la vena de la solidaridad toma cuerpo y forma. Este año ha sido para la Asociación contra el cáncer… ¡P’a Belén, p’a Belén que nos vamos tos, p’a Belén, p’a Belén con el corazón!

El BAR BOCHO vive el sábado 14 su particular manera de entender la NAVIDAD

La fiesta navideña que organiza esta casa se parece mucho a aquello tan cabal y tan rancio que era la zambomba flamenca

El placer con el que Bar Bocho vive su particular forma de entender la Navidad ha superado ya los límites de participación. Son muchas las personas del exterior que se regalan la oportunidad de visitar este rincón gastronómico y cultural atraídas por diferentes valores que representan una trilogía: flamenco, taurino y rociero.

Con la intención de promocionar  esta forma tan particular de entender la Navidad, esta cuarta edición llega este sábado 14 de diciembre a partir de las 4 y media de la tarde, y como siempre con “sabor gitano”, con un gran elenco de grupos y familias , todo amenizado con vinos de la tierra, con la repostería tradicional y los villancicos ‘aflamencados’ por bandera.

Cuentan que los orígenes de esta peculiar fiesta se localizan en las convivencias que se organizaban en los patios de las casas de vecinos, donde se compartían  vinos y cantes, cuyas letras y compases  formaban parte de lo nuestro. Pues esta casa, Bar Bocho, se asemeja a aquello tan cabal y tan rancio como es una zambomba.

A continuación, unos villancicos por bulerías de Curro Vargas, en la puerta del Bar Bocho: