…quisiera ser pájaro para poder volar, y encontrar un laíto donde poderme quedar…

Recital flamenco de Juan Peña “Pajarito” y Malena Chico en la Peña “Pepe Montaraz”

El aperitivo antes del almuerzo del domingo 8 de febrero lo tomé en la Peña Flamenca  ”Pepe Montaraz”. Allí cantó uno de los ases de la baraja flamenca de los artistas sin escenario lebrijanos: Juan Peña “Pajarito”, con la guitarra malenísima de Curro.

 

Hijo de la Perrenga (cantaora lebrijana), cantaor con recorrido largo, con metal y con chispa, “Pajarito” voleteó por la tragedia y la libertad del flamenco, abrigando cada palo de cante que interpretó hasta dejarlo en su nidal correspondiente.

Empezó arrimándose a la soleá, después se mojó por  alegrías, estrujó su gusanera cabal por seguiriyas y se alivió por fandangos, hasta poner su brinde por fiesta, donde quizás iba muy acelerado. Aquí tiene un buen repertorio cuando se asienta a compás de Lebrija, acordándose de algunas letras de su madre y la echó a olvido en este día.

Una vez más poca asistencia de público y cada vez la duda mía se me hace más grande cuando me pongo a considerar sobre la afición flamenca de Lebrija: ¿gusta el flamenco?, parece que aquella letra de Camarón que cantaba ” ya no somos los que éramos , estamos cambiando…” va a ser una realidad.

Y el cambio de mal a peor y más en la Peñas, pero ¿ya no tiene valor el flamenco? Lo estamos diciendo en voz alta con la no asistencia, y encima sin pagar ni un duro por entrada. Se sabe que todos los cantaores no son de todos los gustos, pero una cuna como Lebrija de 26.000 habitantes y que no llenemos media peña es penoso. Vamos a buscar entre todos una fórmula, una estrategia, … seguro que la habrá porque el flamenco necesita a la afición lebrijana, sí o sí.

Os dejamos unas fotos de los ensayos, minutos antes del recital:

Zambomba Flamenca de la Hermandad de los Gitanos: ASÍ LLORA LEBRIJA POR NAVIDAD

Cartelón y lleno absoluto, junto a los cantaores más consagrados han sonado metales nuevos este año

Caminaba este viernes 12 de diciembre hacia el Teatro “Juan Bernabé” con mi mujer y mis hijos y presentía mediante lo que ocurría a mi alrededor lo que podía suceder en la 22 edición de la Zambomba Flamenca organizada por la Hermandad de los Gitanos: El agua de la fuente del Elio cantaba al caer con júbilo y alboroto, el cielo encapuchado de gris tenue lloraba sus primeras lágrimas sobre esa Giraldilla tan flamenca vestía de oro envejecido y collar de luces de Navidad, y ese peinado del teatro iluminado por unas estrellas que solo había allí, fue lo que me produjo esa premonición de éxito.

Vaya que si lo fue, cartelón y un lleno absoluto. Quizás haya faltado un punto más de sal al espectáculo, yo buscaba un algo más  y no lo encontré, y digo el porqué, porque en esta zambomba se siente más que se ve.

Aperitivo de polvorones, pestiños, vino negro o aguardiente de Casa Bar Taroque para amenizar la entrada al teatro, y así dar tiempo para encender el baño de leña del escenario y poner esas bombillas de luz de colores a las flores de pascuas que posaban en aquella pequeña escalera.

- ¿Qué se puede destacar de esta edición? La diversidad de voces de todo el espectáculo, han sonado voces de diferentes metales como ningún año, cada una con un mensaje, algunas despertaron los lagrimales de los asistentes.

- ¿Con quién me quedo? Me quedo con muchos, pero si tengo que elegir, me quedo con la musicalidad de las guitarras de caoba pura de Pedro Peña, Luis Carrasco, Currito Malena y Curro Vargas; y con el otro sonido del espectáculo de los dos Manuel en la percusión, caja, timbales, platillos… que nunca se valora su gran aportación, solo la de los cantaores y son culpables del otro color de la zambomba.

- ¿Y de cantaores ? Poca continuidad por los que me gustaron a mí:

Malenísimo villancico de Malena Carrasco, imán de cal, pausado y con dolor meció su rama de canela que lleva dentro, voz que promete y despunta. Deseaba otro más, el brío y la firmeza de Raquel Zapico, me gusto más hace dos años con la nana. El segundo villancico de Inés Bacán, lo recogió en su personalidad y se lo metió en su faltriquera para darle su arraigado metal abacanado. La otra voz que augura futuro, la de Luis Vargas, metal mondego de pie a cabeza, partió su timidez en sonata gitana de Navidad, otro villancico más tenía q haber cantado.

Y por supuesto el villancico de la cenicienta lebrijana en el flamenco Anabel Valencia, tremendo el silencio del teatro escuchando su duende, el duende que duerme en todas las habitaciones de su sangre, poco surtido para tan gran artista. Y por supuestísimo, el Papa del Flamenco como lo catalogan, ¡¡benditas tus oraciones José Valencia!!, artista que se abre sus venas en cada actuación, es uno de los estandartes de esta zambomba, fundador y fiel a la Hermandad, lo dijo en su participación: “es mi zambomba”, venía de cantar en otro lugar, estaba algo cogido de la garganta, pero no se notó en el villancico, a su estilo, con proyección y compartiéndolo con los asistentes para hacerle compás, poco florilegio, el año pasado estuvo mejor, pero lo de José es comprensible, vaya sacrificio que hace por estar con la Hermandad!!

- ¿Y los demás, que mensaje dejaron? Involucrados y con buenos aportes, derramaron Azúcar y Canela en el proscenio los hermanos Del Toro, Carmen, Sergio, Antonio el Maleno, palmeros,… el arte de Lebrija siempre tendrá valor, aquí y allí hay una juventud que va a dar mucho ruido.

Los Canasteros hacía unos años que no venían y quizás fue esa frialdad al empezar, todo pautado por Rubén poco a poco fueron entrando, la clave fue el tema “Agua de rosa” interpretado por Nieves Ganfornina, voz embrujada y sus lágrimas al acabar el villancico junto al aplauso de los concurrentes dijeron mucho.

Después el grupo fusionado por Lebrija, Jerez y Las Cabezas nos acercaron a la Nochebuena, con ritmo flamenco envolvieron al lleno de las butacas, Juan, Carmen, Chonchi y Nieves, estaba por allí El niño Juanito que se canta y se baila p’a reventar, pero estaba muy inspirado en la noche del viernes para salir.

Y que no me se olvide Pedrito, hijo de Pedro Peña, puso su granito en su villancico y de coro, quizás el peso de su padre y de Inés lo eclipsó, pero tiempo al tiempo.

Y por obligación, que no me olvide de la ausencia errante de una de las faraonas del baile gitano,  Concha Vargas, por motivo gripales no pudo estar allí ni ella ni su hija.

- ¿Qué peso tiene esta Zambomba en Lebrija? Todavía no somos conscientes de su peso, pero es hora de analizarla y ver que son 22 años, y casi todos de una envergadura abismal, han salido de ahí muchas voces y siguen saliendo, y el trasfondo que hay detrás es para tirar las sillas por lo alto, la fe a una Hermandad, el patriotismo gitano a dos imágenes, y sobre todo la fidelidad lebrijana a la Hermandad de los Gitanos de Lebrija.

Comenzó el llanto de la Navidad, ¡ vámonos cantando que ha nacío el Niño Jesús!
Ea ea ea bendita su cruz 
¡Vámonos cantando que ha nacío el Niño Jesús!
Quítale los clavos que se ha dormío en Belén de la Fontanilla.

Más fotos del espectáculo:

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Lebrija celebra por vez primera el DÍA ANDALUZ DEL PUEBLO GITANO: La cal de una bandera

Poetas y cantaores gitanos crearon el ambiente propicio para el más merecido Homenaje a José Vargas “El Viá”

Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo. Y así sucedió en la tarde del día del Pueblo Gitano Andaluz en la Peña Flamenca “Pepe Montaraz” de Lebrija. Se martilleó, se pasó por el yunque y disfrutamos de todas las actividades que teníamos.

Buena puchera de Montaraz la que nos comimos como aperitivo a lo que iba a organizarse dentro de la Peña. Llenazo hasta la escalera de los camerinos y patio exterior, buen ambiente de solera lo que se convivió en aquella antesala del Callejón de los Frailes.

Gitanos

22 NOV2014: HOMENAJE A JOSÉ VARGAS “EL VIÁ” en el Día Andaluz del Pueblo Gitano

Sobre las 5:00h aproximadamente, se abrió el guión errante de este día conmemorativo. Pedro Carrasco dejó su mensaje para el colectivo, Ramón Vargas se acunó en sus años de gañanías para su presentación y María Gómez sacó sus notas universitarias sobre el trabajo que han realizado juntos varios compañeros sobre la comunidad gitana .

La suerte estaba echada, le tocaba el turno a los poetas y cantaores, todos venían montados en el caballo grande del flamenco, poesía mojada en el vino rancio de Lebrija y cantes a sabor de canela en rama y caña silvestre del río.

Uno de los poetas, “El Vespa”, no pudo asistir por motivos de trabajo, pero se leyó una poesía suya. Gracias Antonio, por hacer todo lo posible por estar allí, ahí quedó tu poesía.

El presidente de la Peña continuó con la presentación de Benito Dorantes, sus lágrimas en su discurso premeditaban la gran actuación de este lebrijano de más de 90 años. Se balanceó en la soleá de Juaniquín, interpretó fandangos y poesías, y firmó en el escenario: “la calidad está en la profundidad”. El “tío Benito” empezó a encender la hoguera de los asistentes.

“Ya estaban las llamas encendías, había que quemarse dentro” y así lo hicimos. A Juan Vargas “Juanichi” le tocaba, poeta perteneciente a una estirpe cantaora de Lebrija, nos deleitó con poemas enraizados y cabales, transmisión en sus gestos, inspiración de gañanes. ¡Qué a gusto se encontraban todos arriba, les parecía corta su actuación!

Y para concluir con lo poético, subió al escenario Diego Vargas, poeta bohemio, versos con una química gitana que muy pocos lo tienen, letras dolorosas y renglones fragüeros, afortunados somos los que los escuchamos, porque se sube en pocos sitios.

El cante hondo surgió del lamento del gitano cuando fue desprovisto de su forma itinerante de vida, cuando le quitaron parte de su identidad , y para no pensar en la terrible crueldad , le salía de las  entrañas esa pena negra que la transmitía en música pura.

Han pasado generaciones de aquella barbarie antigitana, pero ese dolor y esas duquelas fraguadas en cante, baile y toque la llevamos en los genes y en Lebrija existen artistas sin escenario (aficionados) que cuando se quejan le sacan hasta las astillas a las sillas donde se sientan, con el sufrimiento de su cante. Algunos  ejemplos son los cantaores de este día, Josefa “La Caneca”, Diego Vargas y Manuel “La Costá”.

Nieta de la Rumbilla, hermana de Manuel de Paula… Gitano mimbre el que trae la cantaora “Caneca” que se subía al proscenio de la Peña para sumergirse en sus adentros y templarse por soleá y por seguiriyas y jalearse por fiesta, sin prisa ninguna y con una soltura artística. Todavía no encuentro respuesta a la pregunta: ¿por qué están tan escondidos estos pedazos de artistas?

A continuación, tuvimos que romper el  protocolo organizativo para dar el homenaje al galeote del baile lebrijano, como es José Vargas “El Viá” para que no fuera tan tarde para él y su mujer Juana.

Es un galeote rancio, pintado de cal lebrijana, cuya bandera en su mástil reclama aquella frase del poeta Pedro Guerrero: “El gesto es un discurso poético”. Su textura de armazón es el testimonio que se desparrama en su baile y las duquelas que ha pasado junto a su mujer Juana Soto para sacar adelante 15 hijos, y casi todos iguales. Todo es el todopoderoso significado de la mar de la vida, remar y remar.

Se subió su nieta María para leerle un escrito, pero no pudo… rompió a llorar. Se subió el chache “Viá” con toda su familia al tablao y la señora Alcaldesa junto a la Asociación Cultural le dieron el obsequio al reconocimiento por su aportación al flamenco y como gitano lebrijano andaluz.

Qué buen ambiente se respiró y se sintió allí. No ha habido casi nadie que no se haya emocionado con tanta expresiones, momentos mágicos, enigmas de cal,… hemos quitado letras al duro significado de la RAE sobre los GITANOS.

Después del reconocimiento, Diego Vargas se volvió a subir, se puso su traje ancestral y se pellizcó en su tintero cabal, para deleitarnos por soleá con su voz de cobre, y cerró por bulerías, saliendo a su compás ese galeote del baile “El Viá”, que poco a poco se levantó y en el sitio dibujó con su braceo su errancia.

Momento sublime, donde se mezcló el metal con la pureza. Aquello se podía partir en fiesta de un momento a otro, pero se aguantó un poco mas hasta que Manuel Vargas hizo casi su repertorio.

De la Costá lo conoce en el mundo flamenco, cantaor con timbre de hierbas verdosas y cañas del río, profundo y enemigo de la modernidad, propio y con sonido lleno de escaliches de gañanías. Manuel se subió por primera vez en un escenario y se zarandeó por fandangos, pero antes se lo dedicó a su compadre “Viá”. Muy a gusto en las tablas se rebuscó en su fragua para comenzar por esas bulerías arromanzás lebrijanas, se acordó de la cantaora la Perrenga, y ya no se pudo aguantar más, se partió el protocolo y se subieron la familia del homenajeado para bailar, nos acompañaron también familias jerezanas, y ya aquello era todo júbilo y alegría. Se subieron Anabel Valencia, Curro Vargas…

Pero que no se me olvide alguien que acompañó a todos los que se subieron, el que puso la melodía al pueblo gitano en su día, una guitarra que mejorará en técnica pero en gitanería no, soberbia y bravía, prosapia su madera y cuerdas sacadas de aquellas banderas que llevaban los galeras llenas de gitanos, ¡ole tú, Luis Carrasco!

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Que tarde/noche más gitana se vivió en aquel callejón, en aquella Peña, y lo mejor, la alegría que llevaba el chache “Viá” y su mujer.

La primera fiesta que se hace conmemorando este 22 de noviembre quedará recordada para los restos de nuestra existencia. Y lo mejor que hay que seguir trabajando para la próxima vez. Y recordad que “las cosas más grandes de este mundo son definidas por sus más grandes detalles”. ¡Sastipén Talí!