El Pele, Rancapino Chico y el espectáculo “El compás lo da la tierra” en el 62 Potaje Gitano de Utrera

Lebrija lleva su compás a los escenarios del Potaje con Luis de Chimenea, Pedro María Peña e Inés Bacán

Enrique Montoya fue el encargado de presentar esta edición del Potaje Gitano de Utrera. Abrió el telón hablado de los inicios del festival para luego desgranar un poco la organización pues, en esta edición el cartel se componía de Rancapino Chico, El Pele y un espectáculo ideado por Luis de Chimenea bajo la de dirección musical de Pedro María Peña llamado “El Compás lo da la Tierra”. Este espectáculo nos muestra una visión del cante y el baile de las las distintas localidades que son cuna del flamenco (en boca del propio Enrique, las zonas más pioneras) desde Morón de la Frontera hasta Algeciras. Es decir, la orilla izquierda del Guadalquivir.

Comienza la noche flamenca con Rancapino Chico y la guitarra de Antonio Higuero. Alonso Núñez destacó la figura de su padre como maestro y amigo. Comienza por soleá dedicándole el cante a Perrate, Fernanda y Bernarda de Utrera. Por alegrías nos invita a dar un paseíto por la Barrosa con su voz dulce como brisa marinera. Con las malagueñas se metió dentro de sí, desembocando su arte en los aplausos del público. Se despidió del público improvisando las letritas que cantaba Gaspar de Utrera, sus “tres puñales”.

A continuación Luis de Chimenea junto con la guitarra de Pedro María Peña son los encargados de abrir la primera parte de “El compás lo da la tierra”. Donde Luis se mete de lleno en el compás de las bulerías de Lebrija, bulerías al golpe, elige unas letras de Pedro Peña que tienen por título “Un duro en la fartriquera” en las primeras estrofas, para acabar su actuación con letras de El Chozas. dejando patente la genialidad del compás y el arte en Lebrija. Le sigue Perico el Pañero que dedica a Utrera una seguiriya con la guitarra de Antonio Higuero. Tomás de Perrate y la guitarra de Pedro María Peña se hablan y se entienden perfectamente para interprertar una soleá con calado. Inés Bacán acompañada por la guitarra de su sobrino Pedro María Peña, profundiza en el cante,  enalteciendo la seguiriya. La Macanita elige una soleá llegando hasta los sentidos acompañada por la guitarra de Antonio Higuero. Luis de Chimenea canta por bulerías con la guitarra de José Gálvez, para que María Marrufo se estrenase en las tablas del 62 Potaje. David El Galli se arranca por soleá por bulerías con la guitarra de Gálvez para introducir el baile de Pepe Torres. El bailaor de Morón baila a lo lago del escenario con maestría y gitanería… los brazos, los pies…   es una maravilla ver bailar a Pepe Torres.

Despúes del descanso y el homenaje a Moncho, El Pele comienza su actuación cantando una zambra con un violinista y dos guitarras buenísimos. que predispone al público para llevárselo a sus sonidos. Continúa por soleá calentando la noche. El Pele está en Utrera y comtinúa su actuación cantando cuplé por bulerías con letras de Fernanda y Bernarda, metiéndose el público en el bolsillo que arrancaron en palmas y puestos en pie. A continuación sigue por alegrías para desembocar en su conocido “Vengo del moro” haciendo que el publico se levante de sus asientos por segunda vez.

El Farru abre la segunda parte de “El compás lo da la tierra”. El Galli se arranca por alegrías con la guitarra de José Gálvez, para acompañar el baile del Farru. y de repente se hace el silencio, solos los taconeos, el compás de sus pies, los jaleos, las palmas y el rasgueo de la guitarra encienden los sentidos para hacernos disfrutar del flamenco en estado puro. El Farru acaba su actuación cantando un poquito por bulerías.

Para terminar la noche se subió el grupo entero para terminar a modo de fin de fiestas. El primero que lo hace es Tomás de Perrate seducido por el cante del tío Moncho. Tomás nos canta una cuplé por bulerías e Inés Bacán unas magníficas bulerías. Le siguen los hermanos Pañero sembrados a compás y el lebrijano Luis de Chimenea, muy entregado. Tomasito pone el broche final al Potaje con su peculiar actuación mezclando las formas flamencas con las de baile disco y por supuesto un arte gitano original que solo él es capaz de hacer, con mucho humor y sobrado de compás.

 

Homenaje a Ramón Calabuch MONCHO_Corazón flamenco y alma de bolero

Utrera rinde homenaje al “gitano de los boleros” en la 62 edición del Potaje

Enrique Montoya, presentador de la 62 edición del Potaje Flamenco de Utrera, lo decía en sus palabras iniciales: “corazón flamenco y alma de bolero”. El artista Ramón Calabuch recibía sentido homenaje de los gitanos de Utrera y correspondía con unos minutos cantados de sus boleros universales, a pesar de que ya anda retirado de los escenarios debido a una operación en sus cuerdas vocales.

Fue el gran momento de la noche. Ese gitano con clase, como lo definía el periodista radiofónico Carlos Herrera en un video enlatado en las pantallas gigantes del festival. También intervinieron por video otras figuras de primera fila, ensalzando la figura de Moncho, como Diego Carrasco, José Mercé, Antonio Canales, Estrella Morente y Farruquito.

Y allí en el escenario, todo eran recuerdos sentimentales para este artista que dedicó su vida a cantar boleros, con un personal quejío que a todos nos estremece. Su amigo Chiquetete presidió el homenaje y se refirió a él como “el que mejor canta boleros del mundo, gitano por los cuatro costados”. Por eso adquiere especial relevancia que el homenaje en Andalucía haya corrido a cargo de los gitanos de Utrera.

El alcalde de Utrera, José María Villalobos, destacó el hecho de que en Andalucía se rinde homenaje a un gitano catalán, lo que nos lleva a pensar que “las fronteras solo existen en las mentes estrechas de algunas personas”. Por su parte, el Hermano Mayor de la Hermandad de los Gitanos, Diego Begines, dio sentirse ilusionado “para que Utrera continúe roneando de este gran evento” y, aunque agradeció el apoyo del Ayuntamiento, se quejó y pidió “apoyo institucional a la Junta de Andalucía”.

La voz de Moncho, acompañado del piano de Andrés Barrios, subió la temperatura ambiente. En las mesas, se dejaba el tapeo para más tarde, las cucharas de potaje sobre la mesa, las miradas fijas y el corazón abierto para escuchar dos piezas de boleros que salían de la garganta prodigiosa de uno de los gitanos artistas más universales.