Las Bodas de Oro del festival flamenco de Lebrija

Crítica flamenca sobre el espectáculo “Flamencos de Oro” de la 50 Caracolá Lebrijana

Medio siglo de Caracolá, de momentos buenos y no tan buenos. Pero a dios gracias, la tenemos en sus Bodas de Oro.

Para el comienzo uno, de los padres de la criatura: Pedro Peña con su cante nos llevó a los tiempos pretéritos de cante. Cantó con gusto y templanza. A continuación seguimos en cante añejo, el Curro Vargas, que hay pocos cantaores como él y lo poco que se valora, nos encantó. Juana Vargas nos ofreció su arte. Todos estos artistas estaban encuadrados en un mismo grupo, lo finalizaba el bailaor José Luis Vidal “el Lebri”, demostrando su categoría en sus años por el mundo del baile. Nos es grato verlo, era compañero en sus inicios y nos congratulamos.

Otro de los veteranos es Pepe Montaraz. Parece increíble la voz que continúa teniendo, rayando sus tientos a gran altura pero más centrado por malagueñas. Ocupa el escenario uno de los que estuvieron en la primera edición, Miguel Funi, quedan muy pocos como él. Gustó mucho al público, se notó, nos encantó sus zambras caracoleras que las llevó a unas seguiriyas que él bailaba con su arte. En la bulerías siente el Funi, las respira y las echa fuera con las pinceladas de sus manos al aire y todo con una dolencia muscular. Así son lo genios.

Le releva una joven cantaora, Fernanda Carrasco. Comienza por seguiriyas terminando con el macho de la Piriñaca, continuando por bulerías de Lebrija. Toca el turno de Anabel Valencia, nos sorprendió su cante de inicio por bamberas, le dio su sello y su impronta, supo traerlo a su terreno. Con su siguiente cante nos atravesó con sus puñales, nos encojió la piel.

Toca el turno de la maestra del baile gitano de Lebrija, Concha Vargas. Las maneras y el gusto es digno de diosas. El compás de la bulería al golpe es suyo. El baile por seguiriyas con Jesús Flores muy bueno, pero para momento con el cante de su hija. Inés Bacán nos cautiva con su nana, gran momento también con Dorantes.

El pianista toma el escenario y entre él y el percusionista Javi Ruibal, la música fluye y el virtuosismo se huele. Momentazo de la noche con José Valencia y Dorantes haciendo un homenaje a Juan “el Grande”, Juan “el Lebrijano”. Las Bienanventuranzas serán recordadas en la plazoleta del Hospitalillo.

Ya José Valencia con la sonanta de Juan Requena hace seguiriyas de escalofríos y bulerías con la personalidad que atesora. Para finalizar fin de fiesta como antes, como debería ser siempre. Gran noche la vivida, recordó a las antiguas hasta en el horario finalización.

INÉS BACÁN mantiene viva la esencia del cante flamenco

Inés Bacán y Miguel Funi llevaron la pureza a los escenarios de la Bienal de Flamenco de Sevilla

La única verdad está en el cante de Inés Bacán. Inés solo necesita una silla para ir dictando sentencias. Ella sola mide el tiempo y si quiere lo para. Nosotros no tenemos más que sobrecogernos y mantenernos, suspendidos en un cable de acero, esperando un alivio que nos permita respirar de nuevo. Y ese alivio llega por segundos y de nuevo otra vez una tensa calma.

La esencia del flamenco está en Inés Bacán y en Miguel Funi, que protagonizaron la noche en el Espacio Santa Clara de la Bienal de Flamenco de Sevilla con el espectáculo “En Estado Puro“. Un lleno absoluto, en un espacio íntimo, no llegaba a las 300 sillas, en el que predominaban los extranjeros, preferentemente público japonés.

Un espectáculo dirigido por Tere Peña y producido por Alfonso García, en el que se muestra lo más básico del cante gitano y flamenco, de donde se deriva todo lo demás. Porque Inés canta de su memoria y tiene una sabiduría ancestral que conmueve, dando la sensación de estar viviendo un momento único y trascendental.

La guitarra de Antonio Moya acompañó a la cantaora, entendiéndola y gustándola; una guitarra familiar y virtuosa que destacó sin quitarle el sitio a la majestuosidad del cante.

Si tuviera que escoger algo de anoche me quedo con los romances. Porque sí, la nana: “tiene mi niño en sus manos, un caballito de mar…” compuesta por su hijo José Bacán, que tocó las palmas junto a Vicente Peña. Y también la soleá, en la que marca los tiempos como un reloj sin pausa. También las cantiñas, tan de Lebrija y tan de Utrera. La seguiriya, donde verdaderamente sobrecogió al público.

Pero en los romances Inés Bacán se traslada a un pasado muy remoto. En los romances se juntan de verdad las culturas oriental y occidental, de la mano de un pueblo con historia, de amores y persecuciones. En los romances Inés Bacán rompe la barrera del tiempo y del entendimiento. La cantaora lebrijana terminó por bulerías y tuvo que volver a terminar, sin irse, por tonás a pie de escenario. Un concierto que no dejó lugar para las dudas.

En la segunda parte le correspondió a Miguel Peña Funi gustar a un público entregado, acompañado por la guitarra de Antonio Malena. Nada más empezar con la zambra por bulerías, Funi deja clara su personalísima figura. Ni la ciática pudo con él, que buscaba la silla pero se levantaba fiel a su temperamento.

Miguel Funi cantó por soleá y por seguiriyas cuando avanzaba ya la noche hacia la madrugada y finalizó por bulerías, acompañado a las palmas por Vicente Peña, Rocío la Turronera y Luis de Chimenea. La noche no pudo tener mejor final que los martinetes del maestro lebrijano.

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