Desde la seguiriya electrónica de La Tremendita al baile majestuoso de Manuela Carrasco
El gazpacho lleva, de toda la vida, tomate, pan, aceite y sal. Hay quien le echa guarnición, de pepino o huevo duro. Y los más atrevidos le echan uvas o manzana. Todo cabe en el gazpacho si al final el gusto es exquisito.
La 55 edición del Gazpacho de Morón fue exquisita. El público disfrutó de lo lindo con la oferta variada. El homenaje muy local pero muy entrañable, a Diego Cano, un hombre comprometido con el flamenco y padre de Moi de Morón, que normalmente canta para bailar y en esta noche ofreció al público un recital flamenco en solitario. Las tablas se le notan.
La Macanita con su voz tan dulce y su eco personalísimo, especialmente motivada con el acompañamiento de Diego del Morao. Pataíta de arte, por cierto, del guitarrista jerezano. Israel Fernández era la gran novedad (al menos para esta web) y, la verdad, camaronea demasiado. Vamos a darle otra oportunidad en Lebrija, que estará en la #57Caracolá. Lo que se confirma es que arrastra a la juventud, y eso es bueno.
La Tremendita tiene un discurso muy elaborado y muy personal. Con su bajo eléctrico no deja de sonar flamenquísima. Empieza el recital por seguiriyas, nada menos. Destacamos los tangos con puesta en escena rockera. Magnífica la guitarra de Joselito Acedo y el acompañamiento de palmas. Y ya por fin el plato fuerte para el final. Una Manuela Carrasco majestuosa y un Extremeño impecable. La bailaora toca el olimpo con sus manos. Así hay que salir de los festivales, colmados de flamencura.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO de Araceli Pardal