La búsqueda del duende a través de la fotografía

El segundo gran proyecto de ANTONIO PÉREZ en Lebrija indaga, a través de fotos pasadas y recientes, en el flamenco

 

Exposición Cruces de Mayo.

Cartel de la Exposición de las Cruces de Mayo en Japón.

 

 

Primero fueron las Cruces de Mayo de Lebrija. El fotógrafo, nacido en Tarifa y residente en Sevilla, ha llevado este verano a Tokio su proyecto fotográfico “24 horas en las Cruces de Mayo de Lebrija“. Un trabajo en el que Antonio Pérez se ha implicado, durante tres años consecutivos, y ha conocido desde dentro la fiesta popular de más tradición en la localidad de Lebrija.

Ahora indaga en el flamenco a partir de fotografías antiguas cargadas de significado. Antonio Pérez ha entablado relación con la revista japonesa Paseo, que le ha encargado unos reportajes sobre el flamenco. Y el flamenco que le interesa al fotógrafo no es el de los escenarios (que también), sino el que se da de forma espontánea y en ambientes más familiares.

De ahí que mantenga su interés por Lebrija. Antonio Pérez ha hecho ya una primera entrega a Paseo de fotografías cargadas de duende. Por poner unos ejemplos, el cante en la iglesia de Belén de una boda gitana o la fiesta que se montó el año pasado entre bambalinas después de la Pascua de los Gitanos en el Teatro Municipal “Juan Bernabé”.

Y ahora indaga en los recuerdos de los artistas flamencos a través de fotografías históricas. Son fotografías que han significado mucho y que ahora “yacen” estáticas en las paredes de las peñas flamencas y en los álbumes familiares. Antonio Pérez ha visitado de nuevo Lebrija buscando a Anabel Valencia, Concha Vargas e Inés Bacán, todas mujeres artistas.

Es su estilo, el fotógrafo Antonio Pérez siempre cuenta una historia en cada una de sus fotografías. En este caso, es la cantaora o la bailaora flamenca la que habla a través de una segunda imagen recuperada para este proyecto. Concha Vargas nos enseña una fotografía: la primera que se hizo para su carrera profesional. Se la pidió Mario Maya y ella fue a un estudio, acompañada de su padre, y se la hizo. El reportaje se publicará en Paseo el próximo año.

Lebrija pasos

Pasitos infantiles en Lebrija.

Pero Antonio Pérez no dejará Lebrija porque ya le está rondando un nuevo proyecto en la cabeza. Del que no podemos hablar pero del que damos una pista con otra de sus fotografías:

De Lebrija a Utrera

Este camino se ha recorrido una y mil veces y han surgido momentos de cante extraordinarios

 

Hay una letrita muy cantada por todos los gitanos flamencos: “Los gitanos cuando van a Utrera con el ojo vizco no ven la carretera”. Es una de tantas letras que son originadas por el ir y venir de los gitanos de Lebrija a Utrera dando buena cuenta de  la relación que siempre ha existido entre los gitanos de uno y otro pueblo, ya sea por una visita a la tata, por una boda o por  ver a mi primo que hace mucho que no lo veo.

Este caminito ha sido recorrido una y mil veces y, a raiz  de estas visitas, se han vivido y se viven, momentos de cante y de bailes muy buenos, dando como consecuencia a día de hoy, con el flamenco ya profesionalizado, la invitación de unos y otros a compartir escenarios. De esta forma, un día cualquiera podemos encontrarnos encima de un escenario, ya sea en Utrera o en Lebrija, un conjunto de artistas de primer nivel.

Y eso, un día cualquiera me fui con mis primos a Utrera, y al escenario se subieron: Luis de Chimenea, Manuel de Angustia, Luis el Marquesito, Gaspar de Perrate; al baile, Sergio de Sevilla, y con  la guitarra de Luis Carrasco, todo ello organizado por la tata Ana la Turronera.

Así que aquí les traigo un pequeño video y unas fotos para que vean que no me lo invento.

La cultura musical de los gitanos de Lebrija

Un bautizo o cualquier otra fiesta es un encuentro propicio para el buen cante y la conviviencia familiar

Hay que tener buen oído y saber estar para que la fiesta surja, de manera improvisada, en un encuentro entre gitanos. Y en esta línea mágica de la geografía de la baja Andalucía, paralela al Guadalquivir y a la línea de ferrocarril Sevilla-Cádiz, viven una serie de FAMILIAS GITANAS con un don especial.

Personas mayores, muchos jóvenes y también niños, conocen el ritual. El cante surje de manera espeontánea, no es obligotoria la guitarra. Las palmas hacen el compás y comienza la fiesta. Se escuchan unos a otros. Al principio, los más jóvenes dejan cantar a los mayores y, el que sabe, de forma generosa, se entrega al baile.

El flamenco vivo y en la intimidad de las familias. Sin estos encuentros, el flamenco no estaría en el lugar que ocupa en la actualidad, en los grandes escenarios. El flamenco profesional se nutre de esta cultura popular propia del pueblo gitano.

La acústica del local no es la más apropiada, pero estos gitanos flamencos no saben expresarse de otra forma, y había motivo para la celebración: el bautizo de un nuevo miembro de la familia, sobrino de Luis de Chimenea. Su abuelo Chimenea se siente a gusto y obsequia al recién nacido con este baile, tan elegante.

Los momentos flamencos se dieron de forma desperdigada y no en las mejores condiciones. Pero aún así, sorprendía el respeto de unos con otros, las ganas de expresarse y la participación de los más jóvenes. Garantía de superviviencia. El flamenco en su estado puro sigue vivo. Algunos momentos inolvidables: