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Poesía al Cristo de los Gitanos de Lebrija: “Y sus hijos van detrás, con pieles de caramelo…”
La niña María Carrasco Serrano dedica este poema al Cristo del Ecce-Homo de Lebrija
Madrugá de bellos sentimientos
en las cercanías de la Corredera
en la espera se escucha un rosario,
para aliviar el pesar de tu sufrimiento.
Con tu vara a la Plaza caminas,
con la luz de tus ojos aún más hermosos,
que hacen más bellas tus finas manos.
Es el Cristo de los Gitanos acompañado
por una gran multitud de payos y gitanos,
que rezan y cantan plegarias
para unos hermanos que junto a Él
este año no han caminado.
En el consuelo del llamado Manué,
que cada madrugá de Miércoles Santo
acompañado de saetas como llantos
pasea por Lebrija ¡el Rey de espinas coronado!
Y Lebrija se volvió gitana
¡¡con un Señor diferente!!
que es patriarca de un pueblo.
Con unas manos gitanas
¡con un sentir que es calé!
sentimiento puro y bueno,
y hasta llora la Plaza
que al igual que Lebrija
también se ha vuelto gitana.
Con ocho marchas seguidas,
con una voz quebrajada,
con una banda que suena
a trompetas aflamencadas.
Y no suenan tambores
suenan a viejos panderos,
de esos que tocaban antes
los gitanos canasteros.
Y sus hijos van detrás
con pieles de caramelo,
los que todavía son libres
que de la India vinieron
con su cante, con su baile
¡con sus pañuelillos nuevos!
que te quiten las espinas
que la sangre se derrama,
castigao con la fatiga
y con tu quela gitana.
Y yo quiero ser clavel
para aliviar tus pisadas.
¡Ay, Señor de los Gitanos,
detén tú la madrugada!
¡Que Lebrija no despierte
que siga siendo Gitana!
Poesía de María Carrasco Serrano al Cristo de los Gitanos.
Josefa Valencia “La Caneca”: Gitana rubia de ojos azules
Josefa Valencia “La Caneca” se sintió bien y arropada por los suyos en el recital de cante de la Peña Flamenca
“Quién me ha partío / esta batita mía de lunares / quién me l’ha partío, niño… / que voy a perder el sentío“. Ataviada con una camisa de lunares y llevando a gala su compostura, gitana rubia de ojos azules Josefa Valencia “la Caneca” ofreció el pasado domingo, 15 de marzo, un recital largo y emotivo de cante flamenco.
Josefa Valencia se ha criado en una casa de mujeres cantaoras. Su madre Ana fue también su maestra. “La Caneca” hizo nada menos que ocho palos de cante, lo que no deja de sorprender en alguien que no se ha dedicado profesionalmente al flamenco.
Josefa “La Caneca” comenzó el recital con una zambra que sonaba añeja de Manolo Caracol. Ya desde el primer tema se ve su buena disposición con la guitarra de Luis Carrasco. Le siguen unas malagueñas abandoladas y la soleá, altamente jaleada por el público “Olé las que saben” y con razón. “La Caneca” borda unos tangos con letrillas de las más tradicionales y antiguas: “Dios mío dame pacencia / bregar con este gitano / me falta la resistencia”. Termina la primera parte con unas bulerías acompañadas con las palmas de su gente, que sube al escenario.
En la segunda parte, “La Caneca” logra conectar aún más si cabe con letras de fandangos, llevados a su terreno. La seguiriya nos deja a todos convencidos que esta cantaora se podía haber dedicado al cante, igual si le coge en otra época. Josefa Valencia tiene la voz suave, pero su quejío es gitano y canta como los que cantan bien en esta tierra rpivilegiada. El fin de fiestas no es más que la confirmación del temperamento de “La Caneca” y de que el flamenco se mantiene vivo en el seno de las familias gitanas de Lebrija.