Sobre Pedro Carrasco

Aficionado a la escritura. 10 años en el programa Camelamos Naquerá de Radio Lebrija

Encuentro entre la música cubana y el flamenco en la #BienalSevilla16

Esperanza Fernández y el piano de Gonzalo Rubalcaba recuerdan las figuras de Benny Moré y Manolo Caracol

Cuando a los lebrijanos se nos nombra Cuba y Flamenco, se nos viene a la memoria los Encuentros del Son cubano y el Flamenco, organizados por la Diputación Provincial de Sevilla. No son ajenas ni desconocidas las relaciones musicales entre Cuba y los gitanos de Lebrija. Allá por el año 1994 se subía al escenario Compay Segundo y, por parte de Lebrija dos grupos: el primero capitaneado por el desaparecido Pedro Bacán con artistas también de Utrera, y otro grupo de gitanos de Lebrija llamado “Sentimiento al Golpe” que representa el origen eterno de nuestros cantes. En memoria a ellos y a la relevancia que tienen, los voy a nombrar: Miguel Funi, Juana Vargas, Pepa “La Cartuja”, Antonia “La Morena”, Diego Vargas, Ramón Vargas “El Farriri” y Antonio Carrasco.

En esta ocasión y en la Bienal de Sevilla 2016, ha sido la cantaora trianera Esperanza Fernández con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba los que, a través de las figuras de Benny Moré y Manolo Caracol, dos genios de la música cubana y flamenca que compartieron el mismo tiempo musical a lo largo del siglo XX, nos han enseñado  los lazos que existen entre ellos y nosotros.

Flamenco

#BienalSevilla16 Esperanza Fernández y Gonzalo Rubalcaba en el espectáculo Oh Vida

 

El espectáculo comienza con “Oh, Vida” de Benny Moré, con Esperanza en el centro rodeada del piano de Gonzalo Rubalcaba; los Makarines y Dani Bonilla, a los coros y las palmas; los percusionistas Jorge Pérez “el cubano” y Javier Teruel; con el bajo de JM Popo y la guitarra flamenca de Miguel Ángel Cortés. La escenografía, a mí personalmente, me recordaba esos documentales de Cuba con los cafés musicales.

A pesar de que hubo un peso mayor de Benny Moré en la primara parte del espectáculo, Esperanza y Arcángel se entremezclaron para hacer un popurrí de zambras intentando recordar las escenas de las películas entre Manolo Caracol y Lola Flores (digo películas por que yo por mi edad nunca tuve la ocasión de verlos en un escenario). Arcángel cantaba y se acercaba intímamente a Esperanza, mientras ella se contorneaba y le replicaba cantando, finalizando el popurrí con las dos voces entrelazadas a destiempo. También como artista invitado estaba Juan de Juan, el cual en el final de “Yiri yiri bon” de Benny Moré se marca la primera interacción entre las músicas, bailando con pasos flamencos el ritmo del mambo, originando un baile rítmico y gracioso.

Tanto el piano de Rubalcaba como la percusión como el bajo, hicieron unos solos mientras la cantaora se cambiaba en los vestuarios. Aunque pudo ser demasiado largo en conjunto, pudimos disfrutar de la mezcla de los ritmos con auténtico frenesí y del piano de Gonzalo Rubalcaba, del que no solo salían notas musicales, sino que el piano cantaba, te hacía reir, parecía que nos contaba una historia de sentimiento, emociones y reacciones.

Ya en la segunda parte del espectáculo, los palmeros y los pecusionistas se posicionaron al borde del escenario. Los Makarines y Dani Bonilla comenzaron a cantar pregón, solos como en una reunión de primos a la que llegan los primos cubanos Jorge Pérez y Javier Teruel con su son, y empiezan a compartir ritmos y cantes en un semicírculo, a medida que se escuchaban más se gustaban y más nos gustaban, taconeando, palmeteando y haciendo desplantes…

Desde la oscuridad del escenario sale la voz de Esperanza Fernández cantando un martinete estremeciendo el escenario, acallando bocas y vocablos, arrancando los oles al público, interactuando el piano y la guitarra de Miguel Ángel Cortés, armonizando los quejíos. A renglón seguido, Juan de Juan sale de entre bambalinas, el escenario se queda en silencio para que solo el ritmo de su taconeo nos maravillara. Vuelve a entrar Arcángel y Esperanza se arranca por fandangos con la “Malvaloca”, a lo que le sigue Arcángel ofreciéndonos una interacción entre ellos de fandangos, cantando el último a dúo. El público agradecido se puso en pie apludiendo largo tiempo, provocando que los artistas volvieran a salir otra vez al escenario cantando el “Yiri yiri bon” y esta vez se sumó a la percusión el hijo de Esperanza Fernández.

Cristian Guerrero nos presenta su disco “Los corazones perdíos” en la #BienalSevilla16

Un recital flamenco con aires de copla española y un tributo a las sevillanas míticas de Pareja Obregón

La Bienal de Sevilla también es un escenario para promocionar nuevos talentos. Es el caso de Cristian Guerrero, que presenta en esta Bienal 2016 su primer trabajo discográfico llamado Los corazones perdíos. Cristian nace en Barcelona en 1986, donde empieza su carrera por las peñas y tablaos catalanes. Con quince años ingresa en el Cordobés. En el Ballet Flamenco de Andalucía fue cantaor junto a la cantaora Juana Salazar “La Tobala”. También acompaña a Pastora Galván así como a su hermano Israel Galván en algunos espectáculos.

Para esta presentación en directo de su disco contó con las guitarras de Antonio Rey y Manuel Parrilla, el piano de Alejandro Cruz, el violín de Bernardo Parrilla, la percusión de Paco Vega, los coros de Amparo Lagares y Tamara Heredia, con las palmas de Antonio Amaya y José Reyes.

Desde la oscuridad del escenario irrumpen la guitarra de Manuel Parrilla, el violín y las palmas configurando el compás de los tangos, dedicados al amor, donde el violín de Bernardo Parrilla engalana el cante. Antonio Rey entra en escena marcándose un solo de guitarra, haciéndonos pasear al atardecer a orillas de mar. Con su guitarra da paso a unas bulerías cantadas por Cristian deliciosamente, apacibles, dejando que su son penetre suave.

A renglón seguido nos canta una soleá por bulerías con voz dulce y enérgica. Con el piano de Alejandro Cruz nos canta la copla “Compañera y Soberana” escrita por Antonio Quintero y que Miguel Poveda la canta en uno de sus  discos. En su disco y en este recital, Cristina Guerrero también nos adentra en el mundo de las sevillanas haciendo un tributo a Pareja Obregón, cantando cuatro sevillanas distintas entre sí de ritmo y letra. Podríamos decir que es un disco al estilo del catalán Poveda, introduciendo coplas y sevillanas en un disco de flamenco.

Manuel Parrilla coge la batuta para deleitarnos con una instrumental por bulerías haciendo vibrar con el compás de Jerez.  Cuando llegó el turno de las rumbas, Guerrero pidió que le subieran a su hija Pastora que cantó con él los coros sentada en su regazo. Con solo el piano, el violín y la percusión de Paco Vega nos canta una soleá hecha canción entregando el alma. A modo de fiesta gitana deja a un lado los  instrumentos para solo valerse del compás de  las palmas, cantando por bulerías. En este fin de fiesta dejó que José Reyes cantara unas letritas y que Antonio Amaya se diera una pataíta cantándole Cristian a pulmón sin micro. El Teatro Alamenda que se encontraba casi lleno se puso en pie aplaudiendo.

Su disco Los corazones perdíos está lleno de colaboraciones. En él están el piano de David Peña Dorantes; la voz de Arcángel; las guitarras de Antonio Rey, Diego del Morao y Manuel Parrilla, con las palmas de los Makarines.