REPORTAJE FOTOGRÁFICO_III Potaje Gitano Infantil de Utrera

La Escuela de Arte de la Fundación Alalá, el grupo “Al Compás de Jerez”, Esmeralda Rancapino y un fin de fiestas de Utrera_reportaje fotográfico de ANTONIO PÉREZ

No nos queda más que felicitar de nuevo a la Hermandad de los Gitanos de Utrera, que ha conseguido consolidar esta cita infantil en torno al flamenco. Y no es fácil Territorios infantiles: la niña Esmeralda Rancapino de la zona de Cádiz; la escuelita del Polígono Sur de Sevilla Alalá, con CaraCafé y la Toromba a la cabeza; el cuadro familiar “Al Compás de Jerez”, con Manuela Carrasco y Juan Diego Valencia acompañando a sus niñ@s y un fin de fiestas de Utrera. Creo que no se puede pedir más.

Flamenco

Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

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Potaje Gitano Infantil de Utrera 2018

La verdad flamenca del mito de nuestra Medea

Dirección y guión de Pilar Távora con la batuta jerezana de la bailaora María del Mar Moreno

Hay mitos y leyendas desde el Mediterráneo al Atlántico, por el sur de Europa, que están en un pozo sombrío, sedimentado, cristalizado… pero nunca olvidado (ejemplo lo que ha hecho Pilar Távora). Y si les das una degustación a Lebrija, a Jerez, a Triana, a los Puertos, a la Alameda de Hércules (ay, tengo sangre en la boca), así los podemos disfrutar los apasionados de este lenguaje tan nuestro como es el flamenco.

Pilar Távora rebuscó en esas aguas históricas, errantes… y tejió de su espacio infinito de interpretación a una mujer de las entrañas de la tierra griega para aflamencarla y presentarla al mundo en Sevilla, en el Lope de Vega fue donde se fundió el lamento con el quejío, el desafío del desamor con el desgarro de la infidelidad. Hubo tanta verdad en las tablas que conmocionó hasta lo más hondo, y precisamente la jondura y  la pureza nos marcó el territorio del flamenco sin fronteras, relojes paraos, hasta que volvió a sonar el llanto de “nuestra Medea”. Crucé con Juan Diego Carrasco el horizonte griego, pero con la negrura de la mismísima memoria.

Nada más entrar en ese paraíso de Teatro me encontré a uno de los Hijos Predilectos de Iulia Romula Hispalis, que en lenguaje latín es Hispalis, al mismísimo Salvador Távora. Quería hablar con él y escuchar su sabia. Le dije que era de Lebrija, que pertenecía a la Hermandad de los Gitanos y que este año estamos celebrando los 50 años de su reorganización y que su nombre está escrito en Lebrija y sobre todo en nuestra Hdad por el pregón que martilleó un año en Semana Santa. Su respuesta la dejo aquí: “Fue un pregón muy bonito y emotivo y todavía lo conservo con cariño”. ¡Olé tú Salvador!

Ya desde aquí comencé a sentir los verbos del flamencos. Empecé a bajar lentamente por las entrañas de la oscuridad del teatro hasta sumergirme en lo trazado por esas seis mujeres, entre actrices y bailaoras, que contaban la historia con diferentes puestas en escena. P’a arrancar las butacas de cuajo, ole joé! Entre baile con alegría y dolor, ante la desgracia, ante la traición, con un lenguaje de guión de exclamación, ausencias, lamentos, eco de pena negra… y que sirva toda esa grandeza de escenas desde el principio hasta el final, entre esas rejas agarradas todas ellas y María cantando por seguiriya para parar a esa fiera perversa de la violencia de género y del desamparo de los refugiados que mueren en casa de papel.

Me fui a Sevilla para degustar pureza y la verdad en una obra. Una gran mujer hasta convertirse en una hechicera desengañada por su marido, mata a sus hijos, mata a la princesa con la que se iba a casar su marido…y más y más. Y no me equivoqué: Medea se tejió, se trazó y se trenzó su propia tragedia para que Pilar y María fraguaran “nuestra Medea”, la verdad flamenca de un mito.

Esas seis mujeres me trazaron el guión. Pero ahora había que comprender lo que la bailaora jerezana quería trenzar con Medea, una hechicera traicionada, con diferentes signos y señales vengativos de infidelidad. Pilar y María hicieron con “nuestra Medea” penetrar a aquel patio de butacas casi llenas una atmósfera de éxito bajo un ensordecedor ruido de palmas largos y con un mensaje: ¿Ya se acabó “nuestra Medea”?

Y dirán ustedes, ¿pero qué se fraguó allí? María del Mar Moreno, con su alta torre de bailaora flamenca, cogió su batuta, buscó los compases negros sin disimulo del nieto de  Magdalena Amaya Cortés (la Malena), Antonio, y esa puesta en escena por seguiriya cuando Medea lloraba a sus hijos y Antonio vaya como se quejó, ¡vaya manera de enterrar a los muertos, Medea! ¡Ole ustedes!Y otro momento que me fui herido fue el desafío entre Medea y su marido Jasón (Jesús Herrera). Bailando y echándose en cara la traiciones y advirtiéndole de sus signos y señales de hechicera. Me gustó muchísimo esas sombras oscuras y ocultas de Jesús en sus escenas. También el final: todos subidos en esa escalera de trípode bajo la melodía de una nana de Antonio y Mohamed.

Pero la batuta jerezana no tiene límite. Todo debía ser coordinado y organizado para que esta tragedia sea siempre recordada por su resaltar de todos los verbos del flamenco. Y lo han conseguido Pilar y María, desde la composición musical que era genial, te remetía en ese guión, las dos voces de mujeres (Zaira y Lela) con tejido de nuevos aires, pero de oscura llama; la voz de Mohamed Amine que le dió más de universal a lo ocurrido en Corinto en el siglo V (antes de Cristo) y el colorido de las escenas sublime, el sonido quebradizo como el llanto de una fragua. Enhorabuena y felicidades a toda esa gran familia artística de Medea, y acabo con una frase de Pilar Távora: “Pongo el riesgo que el arte debe correr cuando no se crea para complacer, sino para combatir a través de la sensibilidad y de lo que te duele y te sacude por dentro”.

La Hermandad de los Gitanos de Lebrija recuerda sus 50 años de historia

Hermanos Mayores, capataces, costaleros, mayordonos, camareras… rememoran el origen desde la reorganización

La Hermandad de los Gitanos de Lebrija recordó en la tarde del viernes, 5 de octubre, los 50 años de historia desde su reorganización en el año 1968. Personas que han tenido responsabilidades en la Hermandad, formaron parte de una mesa redonda en la que se acordaron de los orígenes y de numerosas anécdotas desde la reorganización de la Hermandad hace ahora 50 años.

Formaron parte de la mesa redonda Sebastián Carrasco Peña, Diego Carrasco, Tomás Peña, Juan Luis Vargas (actual Hermano Mayor), Diego Carrasco, José Carrasco, Francisco de Paula Carrasco y Bernarda Carrasco. Esta actividad se celebró en la Casa del Flamenco de Lebrija y estuvo moderada por José Vargas “Kilito”. El patio de la Casa del Flamenco lleno, lo que da idea del interés que generan las actividades conmemorativas del 50 aniversario, que se celebrarán durante todo el mes de octubre (programa completo pincha aquí).

José Carrasco se refirió a los principios de la Hermandad y se acordó de dos personas “que eran como una sola”: su padre Curro Carrasco y Bernardo Carrasco “Mantequero”. Salieron otros nombres a relucir como el de Blas Agustín y el matrimonio formado por Emilio Mendaro y Marqiquita Torres.

Diego Carrasco, que donó a la Hermandad un libro con apuntes de su historia, contó dónde estaba el Cristo antes de su primera procesión, en una capilla del Patio de los Naranjos de la Parroquia y en malas condiciones. Contó la reunión de la primera Junta y cómo el sentimiento de hermandad ya existía entre los gitanos antes de esto: “en los cortijos se echaba el pañuelo si alguien necesitaba una ayuda, había muchas penurias en aquellos tiempos”.

Se sucedieron las historias, una mujer de Sevilla que ha donado todos los años dinero para las luces de la capilla y para las flores del paso; las capas que sacaron los primeros hermanos, seña de identidad de esta Hermandad; algunas difíciles de olvidar como el incidente del año 95 justo en la salida de la procesión…

Una Hermandad con señas propias. Dice Tomás Peña: “podemos contar muchas historias y siempre llegamos al mismo sitio, a nuestros mayores, los responsables de que hoy tengamos una Hermandad de los Gitanos en la calle”. Y muchas personas que son imposible de enumerar, las bordadoras, los pregoneros,… acontecimientos importantes como cuando se buscaba una Virgen para la hermandad o la compra de la casa hermandad.

Diego Carrasco “el Largo” se refirió a la decisión de ponerle palio a la Virgen: “yo por aquel entonces era partidario de que el techo de la Virgen fuera de nubes o de estrellas”. También Diego Carrasco “el Chito” se refirió a otra de las señas que se perdieron: “nos obligaron a quitarnos las capas porque nos decían que la penitencia tenía que ser con la cara tapada”.

Justo cuando se ponía interesante el debate hubo que acabar. Habrá tiempo para más, la próxima conferencia es el miércoles 10 de octubre sobre “Los Gitanos y su Hermandad”.