La cantaora desgrana los cantes desde sus adentros en el recital celebrado en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2018
El tiempo se para, pero la tierrra sigue rodando sobre sí misma al compás que le va marcando la cantaora Inés Bacán, en esta liturgia flamenca que se ha celebrado en la Iglesia de San Luis de los Franceses, el pasado domingo 9 de septiembre, dentro de la programación de la Bienal de Sevilla 2018.
La lebrijana Inés Bacán busca en sus adentros y todo lo que canta es experiencia propia y sabiduría heredada. No canta en vano, cada verso es un significado, cada tono un llanto, un reclamo diferente. La afinación no pertenece a este mundo. Sobrecoge la facilidad con la que la cantaora desgrana el cante, de manera natural e innata. No necesita palmeros ni acompañantes, sola se va marcando, construyendo esa estructura aprendida desde la cuna.
Desde las primeras letras de una bambera de almíbar, Inés Bacán nos transporta, meciéndonos, a su universo interior. Los fandangos por soleá los hace suyos y de su familia, para seguir con una soleá rotunda acompañada de la guitarra de Antonio Moya.
A estas alturas del recital sale la segunda guitarra de Antonio Malena para acompañarla por cantiñas, con la mala suerte de un micro mal sintonizado. Para el romance, Inés se acompaña de las dos guitarras. Compases de Lebrija y nos vamos adonde queremos estar, perdidos en las marismas y sintiendo la tierra rodar.
Con la seguiriya se rompe, se le espera y se le teme. Y por fin las bulerías, Inés Bacán deja el micro detrás y llena la sala con su voz magistral. Para el epílogo la sentencia, por martinetes, para hacerle honor a la verdad.