Es el cante lo que interesa, porque duele

LUNA NUEVA en la Bienal de Flamenco fue una oportunidad única de saber escuchar que no abunda en el programa

Decía Pedro Bacán que “la música flamenca, en su raíz principal, se ha dado y desarrollado en un medio con vocación intimista”. Esta misma vocación ha llevado a un grupo de artistas lebrijanos, más o menos profesionales, al escenario del Hotel Triana, a mostrar al público lo que ellos han aprendido en la intimidad familiar.

La cantaora lebrijana Inés Bacán se arropa de su familia más cercana para llevar al escenario su experiencia de vida. Es el cante inesperado, el que nace para ofrecerse a los demás, una manera de expresión de las familias gitanas que toma identidad propia en las casas de Lebrija. Son los Peña, los Bacán y los Funi, rememorando su pasado pero poniendo el dedo en la llaga de los que pretenden innovar, porque sin esto no hacemos nada, sin esto no hay patrimonio universal.

Es el cante lo que nos interesa a unos pocos, porque duele. El baile acompaña al cante de manera natural, y acentúa el recogimiento, con movimiento de muñecas y contorneo de figura de la prima Fernanda Funi y la sobrina Conchita la del Lagaña. Movimientos ancestrales que esperan al cante y no necesitan artificios.

Oportunidad de oro para escuchar los cantes de Bastián Bacán en boca de su hijo Juan Bacán, que rompe el espectáculo por soleá, dejando la ventana abierta de aquella primera chozilla donde se escuchaban los cantes que se transmitían al final de una jornada larga de trabajo, a la vuelta de la venta del ganado o de las labores del campo.

Y llega la voz que más acerca Lebrija a Utrera, sorprende por clara y joven, de Concha la hija del Lagaña, emparentada con la Fernanda y Bernarda con unos fandangos por soleá. Los olés del público, los que se dicen a tiempo, también son de la estirpe del Lagaña y calientan el ambiente. Vuelve Juan por seguiriyas y enmudece al vecindario.

La guitarra es rotunda y acompasada, la de Antonio Moya principalmente. Y cuando se apoya en las guitarras de los Malena, padre e hijo, suena a gloria. Momento para Miguel Funi hijo, que evoca a su padre en las letras y en los aires por soleácantiñas y bulerías. Y deja claro que su cante está aprendido en el regazo de su madre de manera congénita.

Momento más íntimo de una noche sin luna, porque suenan los acordes de la guitarra de Pedro Bacán y los artistas guardan silencio. Se apagan las luces y se tienta el respeto. En un momento dado, su hermana Inés Bacán entra en el cante por seguiriyas y nos declara su verdad. “Todo se me viene en contra” y el macho es desgarrador. Cierto que es un espectáculo muy coral, pero el protagonismo le viene dado a Inés con la voz y la maestría en el cante. Con su sabiduría natural.

El invitado a la fiesta es Javier Heredia, que gusta al respetable con su pataíta y conoce bien estos ambientes familiares. En el fin de fiestas las bulerías se suceden marcando el compás de Lebrija. Vuelven las voces, vuelve el cante, y nosotros nos quedamos con las ganas de seguir escuchando, porque el cante duele, pero también consuela y alivia.

Fotografías cedidas por la Bienal de Flamenco de Sevilla:

Flamenco

Espectáculo Luna Nueva con Inés Bacán en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2018

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Espectáculo Luna Nueva con Inés Bacán en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2018

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Espectáculo Luna Nueva con Inés Bacán en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2018

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Espectáculo Luna Nueva con Inés Bacán en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2018

Sobre Araceli Pardal

Periodista. Vivo en Lebrija.
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