Crónicas teatrales de un pueblo

El actor BENE CORDERO, que formó parte del Teatro Lebrijano, nos relata la historia de un pueblo marcado por el teatro

ABRIMOS TELÓN 1966: En un lugar situado en las marismas del Bajo Guadalquivir encontramos Lebrija, con una población eminentemente agrícola, formada en su mayoría por jornaleras y jornaleros pendientes en su vida diaria de un jornal que llevar a sus casas, y de unos señoritos que les señalen con el dedo de la lotería del trabajo.

Se vive en casas donde reina el silencio, inundadas por el miedo de guerras cercanas, acompañados diariamente de la pobreza, de la incertidumbre de un futuro que se vislumbra oscuro. Pueblo habitado por andaluces olvidados por la historia,  a los que les negaron la cultura, los libros, la música, pero que aún conservan la nobleza  y la dignidad, y han crecido a la sombra del gran humanista Elio Antonio de Nebrija, que supo ensartar las palabras unas con otras para regocijo del lenguaje.

Teatro Lebrijano

Teatro Estudio Lebrijano_Archivo Centro Andaluz de Artes Escénicas

En ese minúsculo universo de Andalucía, en el año 1966, aparece un grupo  jóvenes trabajadores y estudiantes, con Juan Bernabé como voz principal, dispuestos a hablar y generosos, con capacidad de creer en otros mundos, otras luces. Aprovecharon sus charlas de bares, sus rituales paseos arriba y abajo por la plaza central del pueblo y lo transformaron en energía creativa, en impulso teatral. Imaginaron voces, personajes, lugares, épocas desde donde poder hablar libremente del presente protegidos por el pasado, desde donde contar verdades y desenmascarar mentiras. Jóvenes que supieron crear un teatro por y para el pueblo, hablado desde el poderoso lenguaje andaluz y recitado con zetas a compás, tan nuestro, tan del pueblo; para llegar  a la gente y contarles que hay otros mundos, otras realidades, otros universos en forma de cuarta pared desde donde reír y llorar, pero con dignidad.

Y no contentos con invitar a la gente a ver el espectáculo teatral encerrados entre cuatro paredes, un día se les ocurrió la idea de llamar a las puertas de las casas e invitar al pueblo a salir fuera, a tomar la calle portando sus sillas de enea y sentarse al fresco de la noche para oír evocadoras palabras, cantos y gritos que resuenan desde tiempo inmemoriales, que evocan a Grecia, a Occidente, a todas las Antígonas  del mundo.

Desde entonces, el destino del pueblo quedó marcado por Dionisio, dios del teatro. Y desde aquel lejano 1966 hasta nuestros días, miles de lebrijanos y lebrijanas han escuchado o recitado a Aristófanes,  a Moliére, a Lorca, aireando palabras que resuenan por las calles de Lebrija y se han colado para siempre  por la rendija de los portones culturales de la localidad. CERRAMOS TELÓN.

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One Comment

  1. Francisco Silva

    Precioso articulo y también preciosa historia, deseando que tenga continuidad entre las nuevas generaciones de lebrijan@s.

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