LA BULERÍA DE JEREZ: Un cartel de buen néctar flamenco en la Plaza del Mamelón

Que no haya más dudas sobre la Plaza de Toros: echamos de menos la simbiosis de albero taurino y quejío flamenco

Para abrir una puerta de estimación y valoración de lo ocurrido este pasado sábado 6 de septiembre en Jerez de la Frontera, hay que echar mano de la cumbre del entusiasmo de la gran llamarada de los más de 5.000 asistentes en aquel lugar céntrico de fuentes y verdes columpiares como es la Plaza de Mamelón.

Era el punto de atención la entrada libre y la privacidad de ella a la vez, pero a la vez que iba transcurriendo el Festival, la gente se acomodaba a las circunstancias y pasamos la noche sin presión y con la mirada adonde había que tenerla, en el escenario.

He echado de menos aquella simbiosis entre albero taurino y el quejío flamenco de otros años. Esa plaza de toros de Rafael de Paula que produce inspiración a la improvisación del artista flamenco. Por favor, que no tengan más dudas sobre ese escenario tan idóneo para la llamada del duende.

Había un cartel de buen néctar flamenco. Jerez, Jerez y otra vez Jerez, y este año una pincelaíta lebrijana de Anabel Valencia, que junto a los dos autobuses que fuimos, dejamos la sal de nuestra tierra derramá en aquellas fuentes enigmáticas jerezanas, todo organizado por Bar Bocho y Lebrijaflamenca.com.

Hasta el agua de las fuentes escuché llorar con el video que abrió el telón de la nueva edición de la Fiesta de la Bulería. El Torta y su “alma de viaje” apareció en aquella pantalla, nakerando y cantando, y donde su hijo pequeño con la camiseta de su pare y junto a su familia, le rendían homenaje a la honda bohemia de El Torta. ¡Cómo revoleteaba el sonido negro de su cante por aquel céntrico lugar!

Empezó la familia Moneo por toná, todo bajo la batuta del patriarca Manuel, “el cultivo de los cantes antiguos”, junto a sus hermanos y su sobrino Barullo. Se acomodaron en una mesa tabernera y poniendo compás a la noche por soléa por bulerías, bulerías… y poniendo su broche con el baile de algunos miembros de la saga Moneo.

A continuación le tocó el turno a otra zaga más arriagada en la cultura de la sangre jerezana, los Agujetas. Antonio, hijo del emblemático Manuel, nos deleitó por soléa por bulería, seguirillas , fandangos y un punto de bulerías para su despedida, hay que buscarlo en otra noches.

Le tocó el turno al cantaor de la saga La Paquera, “el niño en la vida y viejo en la sangre”, a Jesús Méndez, fuerza y pundonor, sobrao en cualidades, nos ofreció un recital de alegrías, soleá por bulerías, seguirillas y unos fandangos acordándose de qué saga reviene, la única verdad que hay en el flamenco Jesús la lleva por bandera, lo ortodoxo y tiene mucha culpa esa guitarra destrenzada con un silencio de verdín de corral de Manuel Valencia.

Ya pasaban los primeros minutos del domingo cuando salió la tropa de Diego Carrasco, creativo toda su vida y dándose fruto en su carrera profesional, compás hasta en la moña de sus zapatos, llamó a dos artistas celestiales en su actuación, El Torta y Morao, “dónde estás tú metío, qué solito me has dejao, Morao”. Vendió toda su chatarra flamenca a montones y llamó a la mujer “tronco de faraona”, Remedios Amaya, perfil que ni el mejor de los pintores es capaz de pintar, raza, gestos de cañaverales del río, errante y pura, meneó su barca con su idiosincrasia y se zarandeó como exponente de mujer flamenca. Todo un espectáculo de Diego Carrasco y sus hippytanos.

Parecía un cartel que nos podía llevar hasta las claritas del día, pero estuvo muy organizado el tema artístico y muy controlado con los minutos del reloj, aunque no para todos igual.

Se dió paso al baile, este año le tocó al menor de los Farrucos, El Carpeta, bailaor muy suelto en actitudes artísticas, concentración de alto voltaje y con una afinación de movimientos muy raciales, viene del tronco de donde reviene y su esencia farruquera, la lleva hasta durmiendo. Las voces que traía eran muy buenas y con proyección, un bonito juego del niño de los Farrucos que solo el tiempo se lo dirá su valía.

Y a continuación la sal de nuestra tierra, Anabel Valencia, enduendada por su sangre de familia cantaora, Los Mondegos, bien medidos sus 15 minutos de actuación, seguirillas con un macho muy recortao y unas letras de bulerías tan cortas como las manecillas del reloj Así observé la actuación de nuestra cantaora en el grupo de Nono de Jero y dos cantaores de Jerez que hicieron soleá y fandangos para rematar por fiesta. Esta balanza de tiempo hay que medirla más para todos.

Bulería

FIESTA DE LA BULERÍA DE JEREZ 2014_Luis El Zambo

Ya casi se llegaba a las 3 de la mañana cuando se subió el exponente más genuino y ortodoxo de los Zambos, vaya como pescó este pescaero de profesión. Luis tiene un metal que brilla nada más sentao, “es una raíz honda del grito”. Pertenece a unos de esos enjambres del barrio Santiago, sereno y frío nos deleitó por soleá por bulería y acabó por esas bulerías cortas de Jerez que hasta el más saborío es capaz de hacer bailar. Qué respeto me produce El Zambo.

Bulería

FIESTA DE LA BULERÍA DE JEREZ 2014_Capullo de Jerez

Pero ya el tiempo que quedaba era para el Capu, artista verdadero, que llama a la libertad en cada actuación, un artista de lunas, bohemio y su capacidad de fantasía es equivalente al toreo de Paula o a los dibujos de Lorca, sublime en su repertorio de ritmos festeros, el Capullo de Jerez puso en pie a los más de 5.000 asistentes tarareando sus letras y su improvisación era de tal magnitud que parecía que era de otra galaxia. Es un genio del ritmo festero, hay pocos como él. La guitarra de Amaya buenísima y con sonidos limpios, agua de pozo su soniquete, fue inspiración para el Capu.

Eran las 3 y media aproximadamente cuando Lebrija ya nos esperaba, ahí quedó la 47 edición, en definitiva detalles de algunos de los artistas, ha sido una edición arriesgada y muy buena en cartel. Dar a la gracias al concejal de Jerez de eventos culturales, Antonio, por su complicidad y apoyo a Lebrijaflamenca.com y a Cope Lebrija.

Revista La Fragua. Metal de canela y hojalata nº4: http://issuu.com/revistalafragua

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