Manuel y Alba Molina interpretan el Romance de la pena negra

¡Oh pena de los gitanos! Pena limpia y siempre sola

El poema de Federico García Lorca del Primer romancero gitano, cantado por las voces a dúo de Manuel Molina y su hija Alba Molina. El tema fue interpretado durante el concierto ofrecido como cierre de las noches estivales de la Tetería Andauní de Lebrija.

ROMANCE DE LA PENA NEGRA

(a José Navarro Pardo)

Las piquetas de los gallos

cavan buscando la aurora,

cuando por el monte oscuro

baja Soledad Montoya.

Cobre amarillo, su carne,

huele a caballo y a sombra.

Yunques ahumados sus pechos,

gimen canciones redondas.

Soledad: ¿por quién preguntas

snn compaña y a estas horas?

Pregunte por quien pregune,

dime: ¿a ti qué se te importa?

Vengo a buscar lo que busco,

mi alegría y mi persona.

Soledad de mis pesares,

caballo que se desboca,

al fin encuentra la mar

y se lo targan las olas.

No me recuerdes el mar

que la pena negra, brota

en las tierras de aceituna

bajo el rumor de las hojas.

¡Soledad, qué pena tienes!

¡Qué pena tan lastimosa!

Lloras zumo de limón

agrio de espera y de boca.

¡Qué pena tan grande! Corro

mi casa como una loca,

mis dos trenzas por el suelo

de la cocina a la alcoba.

¡Qué pena! Me estoy poniendo

de azabache, carne y ropa.

¡Ay mis camisas de hilo!

¡Ay mis muslos de amapola!

Soledad: lava tu cuerpo

con agua de las alondras,

y deja tu corazón

en paz, Soledad Montoya.

***

Por abajo canta el río:

volante de cielo y hojas.

Con flores de calabaza,

la nueva luz se corona.

¡Oh pena de los gitanos!

Pena limpia y siempre sola.

¡Oh pena de cauce oculto

y madrugada remota!

Federico García Lorca, del Primer romancero gitano.

Manuel Molina acompaña a Rycardo y Alba en un concierto con historia

Alba Molina recordó con la guitarra de su padre la época legendaria de Lole y Manuel

Ayer tuvimos el lujo de poder asistir a uno de esos bolos (como los llaman los artistas) de los que te hacen florecer jazmín en el corazón, con un público impaciente que aguardaba a las puertas de la Tetería Andauí… Rycardo Moreno y Alba Molina comprometen el ambiente de la Tetería, con la voz de Alba acariciando las cuerdas de la guitarra de Rycardo,  estrechando el vínculo  entre la  noche y el sonido del corazón, envolviendo al público con las sábanas del ritmo.

Momento en que Manuel Molina es reclamado por su hija Alba para comenzar a desenvolver los misterios de las palabras. Como quien coge a su amante por la cintura y le acaricia el pelo,  Manuel Molina agarra su  guitarra. Sus palabras son poesía y su guitarra el hilo que  las conduce. Alba, acompañada de su padre, nos cantó por boca de su madre Lole, recordándonos a la pareja legendaria de Lole y Manuel.

Las frases de las canciones de Manuel Molina se nos grabaron en la memoria, una memoria que ya hacía recordar las décadas pasadas y los inicios de la forma única con que Manuel Molina revolucionó el flamenco en los 70.

La Tetería Andauní de Lebrija ha apostado, en los dos meses de verano, por la música en directo y es un hecho que hay que agradecerle. Con este concierto de Manuel Molina culmina su temporada estival de manos de una leyenda.

En este álbum, algunas de las personas que acudieron al concierto, entre el público:

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